Se celebraba entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón. Los judíos lo rodearon y le preguntaron: “¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si eres el Mesías, dilo abiertamente”.
Jesús les respondió: “Ya se lo dije, pero ustedes no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa”.
Palabra de Dios
P. Raúl Gomez sacerdote de la Diócesis de Mendoza
Nos encontramos en torno a la palabra del Señor en esta cuarta semana del tiempo pascual, la liturgia nos presenta nuevamente el Evangelio de Juan, en el que Jesús se pasea por el templo y los judíos le preguntan hasta cuando nos tendrás en suspenso, si eres el mesías dínoslo abiertamente y Jesús les dice que ya se los había dicho y ellos no creen en su palabra… a los judíos les cuesta creer que Jesús es el Hijo de Dios, por lo tanto Jesús les recuerda y les pone la imagen de aquellas ovejas que escuchan la voz del pastor.
Jesús buen pastor, aquel que da la vida por las ovejas. Jesús dice mis ovejas escuchan mis voz, yo las conozco y ellas me siguen, ellas no perecerán jamas, nadie las arrebatará. Aquel pastor que está atento a la necesidad de sus hijos.
Pidamosle al buen pastor que nos lleve a las verdes praderas, que nos conduzca a las aguas tranquilas que nos llene de paz, amor y alegría. Que el Señor sea luz y guía a lo largo de esta semana.