Más que con la inteligencia tú piensas
con el corazón; con el corazón miras
a los hombres y a las cosas.
¡Lo observas todo con el corazón!
Las relaciones con los demás dependen
de tu corazón; defiendes con toda la inteligencia
y todas las fuerzas aquello que desea tu corazón.
Tu corazón escoge las ideas, la política,
el sistema por los que quiere combatir.
El corazón oscurece o ilumina la razón.
La regla que nunca falla para el corazón,
es el amor. Si tu corazón está lleno
de egoísmo y de desconfianza no encontrarás
nunca una senda de paz. Lo demuestra
el fracaso de todas las "mesas redondas"
y las interminables discusiones que se organizan
para tratar sobre la paz del mundo.
Los hombres no se aman y por eso
nunca llegarán a un acuerdo.
El único resultado conseguido
es un inestable equilibrio de poderes,
fundado en la mutua desconfianza.
Es mejor, pues, no hablar de paz
hasta que ella deje de significar, tan sólo,
un precario acuerdo internacional
montado sobre el cráter de un volcán;
o que no sea más que la convivencia,
sin amor ni ternura, en una misma casa.
La paz, la alegría y la felicidad en el mundo
no brotan de la razón, son la conquista del corazón.
Una sociedad puede llamarse cristiana,
socialista, comunista o maoista…
Estará, en cualquier caso, viciada
hasta que el corazón del hombre
no rinde en ella sano de raíz.
Una tarea fundamental para cada hombre:
¡El cultivo de su corazón!
A fuerza de cartas, de llamadas telefónicas,
de conversaciones, he entrado en la jungla
donde los hombres se humillan, se torturan
y se empujan a la desesperación.
La jungla donde se manifiestan los más bestiales
instintos del hombre: codicia, abuso de poder,
deseos abyectos, orgullo, celos, violencia…,
todas aquellas cosas que Jesús señaló
como raíz de todos los males.
Cuando, impotente, me siento cerca
de las numerosas víctimas que, agotadas
y al borde de sus fuerzas, quieren terminar
con la vida, me dan ganas de gritar
en ese desierto espiritual:
"Hombres, volved a vivir humildemente,
volved a las cosas sencillas de la vida,
a la alegría, a la bondad, a la amistad".
Padre Phil Bosmans