El cielo pregona la gloria de Dios

viernes, 15 de noviembre de
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  • El cielo pregona la gloria de Dios

Es impresionante ver como la Creación canta y cuenta la Gloria de Dios y el hombre es tan necio a la hora de reconocerla. Nos encontramos ante una reflexión que le nace al autor posiblemente desde la lectura del relato de la Creación de Génesis y por el entorno cultural donde se mueve, muy politeísta y de culto muy helenista.

Debemos de recoger en nuestra oración la invitación del autor del Libro de la Sabiduría, a reconocer a Dios en la Belleza de lo creado, a alabar a Dios en sus obras y criaturas, hechas a su imagen y semejanza. No podemos olvidar en ningún momento que todo lo que nos rodea en un eco de la única Palabra de Dios, su Hijo Jesús, hecho carne en las entrañas de una Mujer por puro amor hacia el hombre.

En cuestiones de fe el hombre a veces llega a ser hasta ridículo a y así casi se llega a entender en este texto. Con el afán del ser humano de hacerse un dios a su medida, un dios que se pueda manejar a nuestro antojo, así a lo largo de toda la historia se le ha dado culto al fuego, a las estrellas, al sol, … sin atender al Dios Supremo que está detrás de todo esos elementos creados que no son nada si no le hubiera dado Dios el ser.

Por eso nos son nuestros días distintos a otros tiempos de la historia. Lo dice Jesús en el relato evangélico de hoy “en tiempos de Noé, comían, bebían… En tiempos de Lot compraban, vendían…” Y como ahora en nuestra sociedad sin tener en cuenta a Dios, sus obras, su mensaje de Salvación.

De aquí radica la llamada a la vigilancia permanente, no por miedo, ni por temor esclavizante, sino por amor de Dios, por amor al Creador de todo cuanto existe. Para que cuando se manifieste su Gloria en nosotros, es decir, cuando seamos llamados a Su presencia, seamos capaces de reconocerlo y nos pase como a Lot que fijo la mirada en lo que dejaba, en lo perecedero y no en lo que se le daba, en lo que se le prometía. “El que pierda su vida por mí, la encontrará”. Radical dura esta afirmación pero real y apasionante, porque el llegar a comprender y a vivir que solo Dios es necesario, que solo Dios merece la vida, la alabanza y el culto conlleva la felicidad profunda, la libertad verdadera, nuestra paz interior, nuestro mundo nuevo donde habita la justicia, el mundo nuevo anunciado desde todos los siglos, para todos los hombres.

Monasterio Sta. María la Real – MM. Dominicas
Bormujos (Sevilla)

 

Miguel Aedo