La mirada de Jesús

domingo, 20 de enero de
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El sujeto del primer verbo es Jesús: «Vio a un hombre llamado Mateo». Ese hombre está pasivo, «sentado en el despacho de impuestos», atrapado por su condición de recaudador, atado a una profesión que le hace despreciable a los ojos de todos. Pero los ojos de Jesús han sabido ver más allá de las apariencias: han visto en el publicano a un discípulo, a un seguidor. Para esa mirada nadie está sentenciado ni calificado definitivamente, sino que tiene el futuro por delante. «Sígueme», le dice; y «él se levantó y lo siguió».

 
Mateo se ha sentido mirado por primera vez de otra manera: Alguien cree en él y lo llama, y por eso se convierte en alguien dinámico que deja atrás su pasado, asume el protagonismo de su propia vida y se pone en marcha detrás del que fue capaz de mirarle así.
 
 
 
Contempla la mirada de Jesús sobre Mateo y siente que tú eres Mateo.
 
Déjate mirar por unos ojos que ven en
 
ti mucho más adentro de lo que ven los demás y de lo que
 
tú ves de ti mismo. No se fija en tus defectos ni en tus
 
incapacidades; no le preocupa lo que ya eres, sino que ve
 
en ti todas las posibilidades escondidas que él mismo ha
 
puesto en ti y que quizá tú desconoces. Fíate más de sus
 
ojos que de los tuyos; cree que su mirada y su llamada
 
pueden hacer de ti un discípulo. Pídele que te enseñe a
 
mirar así a los demás, que te haga como él, incapaz de
 
sentenciar a nadie, de condenar a nadie, de pensar de nadie
 
que no es capaz de cambiar…
 
Dolores Aleixandre
 

 

Oleada Joven