Cuando la Esperanza quiere quedarse porque es tarde

miércoles, 3 de abril de
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-Dime Cleofás, ¿esperabas que las cosas fueran así?
-La verdad es que nunca esperé que las cosas fueran a terminar de este modo.
Es más, creo que en el fondo, nunca esperé.
Siempre viví con ese temor de que algún día todo iba a terminar.
De haber esperado, hubiera traspasado todo término,
ya que esperar es ver más allá de lo que aparentemente termina, lo que realmente comienza.
Y yo quería que esto nunca terminara.
Había tantas cosas que resolver, aquí, ahora.
Pero, cuando parecía que ya los teníamos en nuestras manos,
él tuvo que ponerse en las suyas.
Yo creo que no supo darse cuenta, que si algo quería hacer,
estaba en el mejor momento para hacerlo.
Yo no sé qué tanto miraba más allá.
No atendía a lo que teníamos encima.
Obraba como un típico enamorado.
Sólo un enamorado es capaz de perderse tanto detrás de lo que espera.
Pero esto le venía de antes:
treinta años trabajando, aguantando, sin decir palabra para, en tres años,
hablar con una carga de amor, que nadie entendía cómo la podía tener.
Pero…, así lo mataron. ¡Qué desproporción!
Hoy ya no está con nosotros. Nosotros esperábamos…
que algún día se cansara y cambiara su discurso.
Pero hasta el final dijo saber lo que hacía.
Te cuento todo esto porque pareces ser
el único desinformado de lo que viene ocurriendo.
La última noticia, y que me tiene desconcertado,
es lo que algunas mujeres andan diciendo,
(y esto puede ser cosa de mujeres): que la muerte no lo retuvo.
Fueron al sepulcro y no lo vieron.
Es más, dicen que alguien les informó que está vivo. ¡Imagínate!
Dime si no es una gran locura.
Incluso, algunos de los nuestros ya se han contagiado.
Sinceramente no los entiendo. ¡Vieron que estaba muerto!
¡Muerto, me entiendes, muerto!
¿Hay algo más rotundo que la muerte?
 
-Sí, la Vida.
 
-Pero ha muerto ¿o tú tampoco entiendes?
 
-¿Me dejas preguntarte algo? Cuando ibas detrás de él, ¿qué buscabas?
 
-Lo que todos… reformas, cambios, mejoras.
 
 
 
-Buscabas llevar las cosas a tu manera, ¿no es verdad?
Sólo lo seguías con la “esperanza” de tener el manejo de lo que ocurriera.
Pero si era así, una vez que lo hubieras conseguido
ya no iba a hacerte falta él,
ya no lo ibas a necesitar más.
¿No te habla eso de un proyecto mezquino?
Dime: ¿Qué es lo que hace que las cosas cambien verdaderamente,
que las vivas de nuevo a tu modo,
o que todo tu vivir sea de un modo nuevo?
¿No es en el fondo ese tu anhelo?
Mira, lo que llevó a morir fue precisamente esa vida que llevabas
y que sólo piensa los cambios dentro de lo mismo y no de lo nuevo.
Pero para eso, había que preparar tu mirada,
de modo que pudieras leer el fracaso.
De ahí, su insistencia en que cargaras tu mirada de amor,
pues sólo desde el amor se puede entender que el sufrimiento es necesario.
Del mismo modo que tu cabeza invierte las imágenes que tus ojos captan,
así tu corazón debía invertir el dolor captado,
leyéndolo en la única dirección que da sentido: la del amor.
Quizás seas el único desinformado de esto,
que no sabe cómo es que ocurren las cosas en su Reino.
 
Bueno. Llegamos… Yo sigo…
-No, ¡aguarda! Nos llevó un buen tiempo
llegar a la casa y se hizo hora de rezar.
Sin ti se me hubiera hecho doblemente largo el camino, y no sé si hubiera llegado.
Quédate en casa y ayúdame a dar gracias.
Hoy aprendí que esperar es conseguir una luz
con la que poder caminar en medio de la oscuridad.
 
[Sentados a la mesa, tomó el pan
y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio.]
-¡No puede ser! ¡Son el gesto
y las palabras de él…, cuando… hablaba de despedirse!
Pero…entonces… ¡Está…V-I-V-O!
¡Sí! Mi corazón me lo decía mientras me hablaba.
Se sentía vivo también él.
Ahora leo, no sólo en su fracaso, sino en el mío.
 
[Cuando levantó los ojos, ya no lo vio;
pero él se había encargado de dejarle una luz con la que poder caminar
(y aún correr) por la oscuridad,
para contar a otros lo que le había pasado en el camino
y cómo lo había reconocido al partir el pan]
 
Javier Albisu sj
 

Fuente: javieralbisusj.wordpress.com 

 

Oleada Joven