No tengas miedo

miércoles, 17 de abril de
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Ese “no temas” le había dicho el ángel a María en el anuncio de la encarnación. Según Ignacio, conforme a la lógica del amor, se apareció a su Madre antes que a nadie. Pero ese “no teman, no tengan miedo” se repite tantas veces a los discípulos porque es una palabra que abre espacios en el alma, que da seguridad, que engendra esperanza... Por eso Jesús resucitado al encontrarse con las mujeres cerca del sepulcro les dice “No teman, no tengan miedo. Soy yo”. El “no teman” de Jesús es el anuncio manso del verdadero triunfo, es el que se transmitirá de voz en voz, de fe en fe a través de los tiempos, de los siglos y que hoy llega a mí:“No tengas miedo”. Es el saludo de Jesús resucitado. (…)

 

El Señor resucitado consuela y fortalece, confirma. Hoy nos vuelve a repetir una vez más “no tengan miedo, yo estoy aquí. Estuve muerto y ahora vivo. Lo viene repitiendo desde hace veinte siglos en cada momento de terremoto triunfalista cuando en su iglesia se repite su pasión se completa lo que falta a la pasión. Lo dice en el silencio de cada corazón dolorido, angustiado, desorientado. Lo vuelve a decir en las coyunturas históricas de confusión cuando el poder del mal se adueña de los pueblos y construye estructuras de pecado “No tengan miedo, soy yo”. Lo dice en las arenas de todos los coliseos de la historia. Lo dice en cada llaga humana. Lo vuelve a decir en cada muerte personal e histórica. “No tengas miedo, soy yo, estoy aquí”. Nos acerca su triunfo definitivo, cada vez que la muerte pretende cantar victoria.(…)

 

                             

 

Por eso hagamos silencio en nuestro corazón y en medio d ellos terremotos personales, culturales y sociales… en medio de muchos terremotos fabricados por la autosuficiencia, del orgullo y la soberbia, y sobretodo en medio de los terremotos de los pecados de cada uno de nosotros… En medio de todo eso nos animemos a escuchar la voz del Jesús, el que estaba muerto y ahora está vivo que nos dice “No tengas miedo, soy yo”. Y acompañados por nuestra madre María, la única que de verdad esperó la resurrección, la de la ternura y de la fortaleza… dejémonos consolar, fortalecer, dejémonos acariciar el alma por esa voz del triunfador que sonriendo y con mansedumbre nos repite incansablemente “No tengas miedo, soy yo”.(…)

 

 

 

Extraído de los Ejercicios Ignacianos: Día 27: El anuncio de la resurrección por el P. Julio Merediz

 

Oleada Joven