Desde el centro del mundo, en el que Él se adentró al morir, construyen las nuevas fuerzas una tierra transfigurada. En lo más profundo la realidad ya ha sido vencida, la banalidad, el pecado y la muerte pero se requiere todavía el pequeño tiempo que llamamos la historia después de Cristo hasta que en todas partes, y no solo en su cuerpo, se deje ver lo que ya ha acontecido realmente.