Estar disponibles

miércoles, 22 de mayo de
image_pdfimage_print

San Agustín: Ignacio dice que es necesario "hacerse disponible", lo que implica que nosotros naturalmente no somos disponibles, por ende es un proceso de ir liberandonos de las cosas que nos atan para estar disponibles.  Nos cuenta el P. Rossi, el caso de San Agustín, que en su conversión a los 40 años, frente a la voluntad de Dios en un primer momento le dice "Ya sé Señor, pero no puedo". Es una oración imperfecta todavía, pero muy sincera. Más adelante, después de un proceso que habrá llevado su tiempo, San Agustín le dice a Dios: "Señor dame lo que me pides, y pídeme lo que quieras", haciéndose consciente de que sólo no puede, pero con su gracia puede hacerse disponible.  En un momento más avanzado en el proceso San Agustín llega a exclamar: "Señor lo que quieras, cuando quieras y del modo que Tú quieras".  Ésta es una oración de disponibilidad total, donde ya no hay condiciones, con miedo seguramente, pero poniendo su confianza en el Señor.     

 

– El barro y el alfarero ( Jr 18, 1-12):  aparece esta imagen de Dios como el Alfarero y nosotros como barro en sus manos.

 

Is 29, 16:  en donde dice "¿Es acaso la arcilla igual al alfarero?"  "¿Acaso la arcilla puede decirle al alfarero "¿qué estás haciendo?".

 

Nosotros nos distinguimos del barro, por que nosotros si podemos negarnos a las manos del arfarero, pero a la vez también podemos aceptarlo… Nos dice el sacerdote jesuita que "ser disponibles es pedirle a Dios que meta mano en la arcilla de nuestro corazón y pedirle a Dios la gracia de poder aceptar que nos trabaje interiormente".  Estar dispuestos es también aceptar lo que Dios va haciendo: si me hizo más o menos rico, con una historia más sencilla o más dolorosa, etc.   

 

Hoy pedimos esta gracia de que seamos siempre barro blando en las manos de Dios. Que no significa no ser apasionados en lo que hacemos, pero sí disponibles a lo que Él quiera y hasta cuando quiera. Como decía Martín Descalzo hacia el final de su muerte: "a pesar de todo nosotros dos tendremos una certeza: que mi corazón el día que te lo entregue, a pesar de todo, va a seguir teniendo un poquito de olor a tus manos".  Siempre Dios sigue trabajando, y lo seguirá haciendo un instante antes de la muerte.

 

Oleada Joven