Ciertamente la Evangelización para que sea tal siempre debe ser creativa, renovada y renovadora de toda nuestra vida. Frente a los medios digitales, internet, redes sociales, celulares, libros electrónicos, etc. la tentación es confundir nuevos medios y nueva evangelización. La nueva evangelización puede utilizar los nuevos medios pero los nuevos medios por si mismos no son la nueva evangelización. Los medios digitales tienen un lenguaje y contenido propio, una lógica de comercialización y de creación de cultura. El desafío es para la Iglesia, no solo “usar” estos medios. También comprenderlos como “espacios” de Evangelización. Pero la nueva evangelización, no es solo nuevos medios para comunicar, siempre es un volver a las fuentes evangélicas. Jesús en su vida, oración y misión nos enseñó algunos pasos fundamentales para que el anuncio sea fecundo. Y justamente escribo fecundo y no exitoso, porque el Reino es como una pequeña semilla, escondida, pobre, y despreciada pero que crece hasta transformarse en un árbol que acoge a todos. Lo contrario de la sociedad del éxito donde la clave está en mostrarse, exponerse aún en los detalles de la intimidad o de la banalidad y el mal gusto. En la sociedad del éxito solo hay lugar para pocos que no buscan invitar a otros, es el reino no del banquete compartido, sino del poder egoísta y narcisista. El Reino es fecundo si atendemos a la enseñanza de Cristo en su ministerio. Estas enseñanzas son también para tener en cuenta en nuestros sitios web, blogs y en la presencia en foros, redes sociales y hasta en nuestras conversaciones en internet.
Orar Si queremos que nuestro espacio en internet sea espacio de Evangelización no está mal en recordar que en el centro debe ser Cristo. Nuestro contenido, diseño y propuesta puede ser fácilmente llevada por el narcisismo y el deseo de exponernos, aún con las más nobles intenciones. Ser discípulos es saber que quien realiza la misión, en nosotros y con nuestra colaboración, es el mismo Espíritu Santo.
Escuchar, prestar atención a quienes nos rodean en nuestra vida cotidiana. Es fácil ilusionarse con el número de amistades en las redes. Pero nuestra opción es escuchar a las personas que nos rodean y también quienes se relacionan en internet.
Hablar y expresar con claridad nuestra fe, las razones de nuestra esperanza y creencia en Cristo. Esto requiere formación, lectura y estudio. También es importante responder a las inquietudes, críticas y opiniones de nuestros hermanos, creyentes o no creyentes.
Contenido y forma. Jesús tenía claro cuál era el contenido de su mensaje y como transmitirlo para que llegara a todos. Las parábolas son narraciones, que toman imágenes y vivencias del cotidiano, y se transforman en relatos llenos de sabiduría. Su lenguaje tenía en cuenta lo que los oyentes estaban viviendo, su lenguaje y cultura. Pero no por eso dejaba de decir, con autoridad y aun escandalizando a muchos el mensaje por el que fue enviado.
Amor… una palabra que de tanto ser utilizada ha perdido mucho de su sentido. La caridad, esa que encontramos en la mirada y en los gesto del Señor, descripta tan bien por el himno de Corintios 13 por san Pablo, es la caridad que debemos testimoniar en toda nuestra vida. Sobre todo con coherencia y autenticidad entre lo que publicamos y vivimos.
El Papa Francisco en la Encíclica Lumen Fidei escribío: La fe se transmite, por así decirlo, por contacto, de persona a persona, como una llama enciende otra llama. Los cristianos, en su pobreza, plantan una semilla tan fecunda, que se convierte en un gran árbol que es capaz de llenar el mundo de frutos. Estas palabras se extienden no solo a este año de la Fe que ya finaliza. El desafío de cada generación de cristianos es vivirlo en la sociedad y cultura que nos toca vivir.
Hermana Gabriela fsp
publicado originalmente en Familia Cristiana