Re- conocer: otra forma de agradecimiento

lunes, 18 de noviembre de
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Re-conocer: volver a conocer de una manera nueva. Tener detrás mucha historia de años vividos es una ocasión para darnos cuenta de que todo en nuestra historia ha sido don y gracia, como también lo han sido las energías que nos han hecho trabajar y esforzarnos y conseguir metas pequeñas o grandes. Tiempo de revelación, como la que tuvo Jacob: Dios estaba aquí, y yo no lo sabía!. Estaba ahí: en el aire que respirábamos, en las personas que nos han querido, en las energías que nos han hecho trabajar y crecer, en las pruebas, noches oscuras y túneles que hemos atravesado, en su fidelidad que nos ha sostenido… Releer así nuestra vida se inserta en la línea trazada por los creyentes bíblicos, para quienes la memoria juega un papel central en su encuentro con el Dios vivo.

 

Re-conocer es identificar a Aquel que está en el origen de esos dones: Es el Señor, dijo Juan al ver la red llena de peces después de una noche de trabajo estéril: la abundancia y la esplendidez se habían convertido en signo del desconocido que les aguardaba en la orilla y que no podía ser más que Jesús.

 

… podemos releer nuestra vida, repasar los acontecimientos de este año y poner palabras a lo vivido, también a las propias heridas: situaciones conflictivas no resueltas, rencores mantenidos, dificultades para perdonar, amarguras…: todo lo que pudo estancar nuestras energías y endurecer nuestro corazón. Al recordar cada uno de esos momentos de alegría, de dolor, de oscuridad, de plenitud o de aparente falta de sentido, detenernos un momento para repetir como un estribillo: Tú me llevabas sobre tus alas…. Y emplear el tiempo que necesitemos hasta que situaciones del pasado que nos producen rebeldía lleguen a transfigurarse con esta nueva luz.




Podemos contemplar nuestra vida como atraída hacia Dios, más allá de nuestras resistencias. Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor…. La atracción es algo muy distinto de la imposición, y quien sabe ejercerla logra lo que los imperativos no consiguen.

Lo sabía Jesús cuando decía: Nadie puede acudir a mí si el Padre que me envió no lo atrae….
A la hora de recordar nuestro pasado podemos recorrerlo como una historia sucesiva de atracción y tirones por parte de Dios y de consentimientos o resistencias por parte nuestra. Abrirnos a la posibilidad de que nuestra vida llegue a transparentar el don recibido y, al agradecerlo, permitir al Donante seguir dando aún. Y hacer nuestro este poema de A. Núñez, SJ:

Cuando te encuentre,
nunca podré cubrir con mi agradecimiento
el vasto abismo
que llenaste con tu misericordia.

 

Podemos mirar los acontecimientos de nuestra vida como modelados por las manos de un alfarero que modela su arcilla y que sólo nos pide que nos abandonemos a Él con una confiada obediencia. Podemos contemplar la propia historia, no como una ciega e impersonal secuencia de acontecimientos sobre los que no tenemos control, sino como una mano que nos guía hacia un encuentro personal en el que todas nuestras esperanzas se verán realizadas.

Esa mirada nos permite pasar de la sensación de sentirnos aprisionados dentro de una serie de acontecimientos anónimos para escuchar nuestra propia historia narrada por Dios mismo en el secreto de nuestro corazón.

 

Fuente: Las puertas de la tarde Autor: Dolores Aleixandre

 

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