Ya terminando las vacaciones, aquellos que pudieron disfrutar de algunos días libres, e incluso los que siguieron trabajando de un tirón, volvemos a lo de todos los días. Reaparecen las obligaciones, la vuelta al trabajo, agarrar los libros para los exámenes que quedan. Seguramente el verano te habrá despejado la mente y el corazón. Pero hay que volver al ritmo cotidiano, y pareciera que se nos desvanecen las ilusiones. "Al final, siempre lo mismo" nos decimos inconcientemente. Sin embargo también hay una especie de adrenalina por lo que está por venir. El año se presenta como una hoja en blanco y es momento de poner la mirada hacia adelante.
Buscando algo que nos pudiera traer luz para este tiempo, nos encontramos con los ricos recursos de la Pastoralsj.org Transcribimos algunos fragmentos del artículo "En marcha"
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Toca mirar hacia delante. Al comenzar un curso, al reincorporarse al trabajo, al volver al ritmo cotidiano de los días. Tiene algo de monótono (vuelta a la rutina), y al tiempo algo de novedoso (¿qué me deparará este año?). Tiene algo de cómodo (ya se sabe lo que toca), pero también algo de inquietante (¿todo estará bien?). El comienzo del curso es una ocasión privilegiada para respirar hondo, tragar saliva y empezar a caminar con cierta energía, tomando las riendas del año antes de verme inmerso en vaivenes enormes. Y eso, con los pies muy en el suelo, y la mirada al frente.
1. Con los pies en el suelo
Mi suelo está hecho de mi presente más habitual: nombres, horarios, rutinas, trabajo, problemas, obligaciones, ocio… Mi suelo está hecho de relaciones personales, algunas muy buenas, otras más difíciles. Está hecho de lo que me gusta hacer y lo que, aunque me disgusta, también me toca.
Está hecho de las calles en las que me muevo, las gentes con las que comparto espacios, los libros pendientes, las horas libres y las saturadas, la tele que veo para pasar el rato… Mi suelo es este espacio en el que transcurre mi vida. Y en mi suelo también está Dios
2. Y la vista alzada
Pero no basta con sumergirme en lo cotidiano y lo habitual. Necesito también un horizonte hecho de todas esas cosas que están por llegar, o hacia las que hay que caminar.
Un horizonte que me lanza hacia el futuro, y está constituido por proyectos, planes, propósitos… Lo que me gustaría que ocurra, lo que quiero que sea mi vida, y la de otros, lo que me gusta imaginar de aquí a junio, o incluso a junio del 2013 si se me ocurriera
Necesito pararme y saber que hay preguntas que me llevan lejos. Y, al mirar al frente, un poquito más allá de mi suelo, también está Dios, llamándome…