Mensajito de texto equivocado

martes, 2 de octubre de
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Todos conocemos la ventajas de poder enviar mensajes de texto a través de los celulares: el modo es sencillo, la llegada es inmediata, el costo es mínimo para ambos. Hasta nos preguntamos: ¿cómo hacíamos antes para comunicarnos?. Parece imposible hoy imaginarnos sin éste método, hasta que aparezca uno nuevo y éste pasará a la historia. 
 
Como con todo lo tecnológico es bueno mientras le demos su justo valor, a veces puede comunicarnos con alguien pero a la vez interrumpir el compartir con otro amigo, a veces puede facilitar las cosas y en otras generar malentendidos, a veces puede acercarte y en otras aislarte.
 
 
 
Pero aquí voy con algo concreto, en varias oportunidades ando con tanta celeridad que escribo en segundos un "mensajito de texto" y listo, lo envío. A su vez, en más de una ocasión me ha sucedido que cuando releo lo escrito, descubro que  tiene errores en lo tipeado: alguna puntuación, artículo o palabra que faltó. 
Claro, no hay problemas cuando "el mensaje dentro del mensaje" no se pierde. Sin embargo en otras situaciones para mi preocupación, me ha ocurrido que la función de "predecir las palabras" me las ha cambiado, incluso dando exactamente el significado contrario. 
 
Esta simple anécdota de lo cotidiano me ha llevado a una mirada más profunda de esta picardía tecnológica: ¿por qué correr siempre? ¿le he dado más lugar a lo urgente que a lo importante? ¿andar despacio es retrasarse? ¿cuál es el "mensaje" que estoy enviando?
 
No, claro que no. Ir despacio no es retrasarse sino disfrutar cada segundo, no corriendo tras él sino dejando que en cada paso, que en cada escucha, que en cada letra la Vida sea la protagonista, que la Vida sea el mensaje que yo esté enviando.
 
 
barrilete
 
 

 

 

Luz Huríe