Evangelio según San Marcos 1, 40-45

miércoles, 11 de enero de
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En aquel tiempo, se le acercó a Jesús un leproso y le suplicó de rodillas:
«Si quieres, puedes limpiarme».
Jesús, compadecido, extendió la mano, lo tocó y le dijo:
«Quiero, queda limpio»

Inmediatamente le desapareció la lepra y quedó limpio.
Entonces lo despidió, advirtiéndole seriamente:
«No se lo digas a nadie; vete, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les conste que has quedado sano».
El, sin embargo, tan pronto como se fue, comenzó a divulgar entusiasmado lo ocurrido, de modo que Jesús no podía ya entrar abiertamente en ninguna ciudad.
Tenía que quedarse fuera, en lugares solitarios, y aún así seguían acudiendo a él de todas parte
s.

 

Palabra de Dios

 

 


 

P. Fernando Goicochea Salesiano Sacerdote

 

 

El Evangelio que compartimos hoy en San Marcos, es un texto en el cual se nos presenta una acción que Jesús realiza para con un hermano, una persona leprosa.

 

Primero fijémonos en esta actitud preciosa que tiene este leproso, se acerca para pedirle ayuda, pero cayendo de rodillas le habla. Qué bonita esta actitud de reconocer delante de quién estamos cuando caminamos en la vida, particularmente cuando rezamos, pero también en otros momentos en lo que no estamos en la oración explícita, pero estamos delante de Dios; porque en Él vivimos, nos movemos y existimos. Esto se percibe en una persona que vive en la presencia de Dios, se nota esta actitud.

 

Después, fijémonos lo que dice este leproso: “Si quieres, puedes purificarme”. Detengámonos un poquito en este “puedes”, que podría querer decir, por una parte: tenés poder para hacerlo, si vos querés, sos poderoso y podés purificarme. Pero otro sentido también podría ser: si querés, yo te doy permiso para purificarme, me pongo en disposición para que vos me purifiques.

 

En el primer caso, estamos mirando más el poder de Dios; en el segundo caso nos estamos fijando en el te doy el permiso, la persona que le permite a Dios purificarla. En definitiva, las dos confluyen en lo mismo, porque nadie le va a dar permiso a Dios que lo purifique, si no cree que de verdad Dios puede hacerlo. Entonces es importante que delante de Dios nosotros tengamos siempre clara esta conciencia: Dios todo lo puede, y nunca va a dejar de hacer aquello que realmente me va a hacer bien a mí.

 

Por eso, termina Jesús diciéndole: “Lo quiero, queda purificado”. En este caso, queda plena la salud para él y por eso Jesús se lo entregó.

 

Que en este día nosotros podamos vivir así, con este darle el permiso a Dios para que nos purifique. Dios quiere que todos vivamos bien, y sólo logran vivir bien aquellos que le dan permiso a Dios.

Está bien que tengamos una confianza plena en el poder de Dios que a su tiempo nos irá dando todo aquello que realmente nos hace vivir.

 

Que tengas un hermoso día.

 

 

 

Oleada Joven