Evangelio según San Marcos 1,40-45

viernes, 10 de febrero de
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 En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: "Si quieres, puedes limpiarme." Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Quiero: queda limpio." La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente: "No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés." Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.

 

Palabra de Dios

 

 


 

P. Andrés Peirone Salesiano Sacerdote de Don Bosco

 

Hoy la Iglesia nos regala en este Evangelio de Marcos, un relato de curación: Jesús viene a traer sanidad, viene a restaurar. El que se acerca a Jesús para pedirle la sanación es un leproso. Justamente en el Antiguo Testamento, en el Levítico, se nos dice que el leproso tenía que quedar excluido porque su enfermedad podía ser contagiosa; y excluido quería decir convertirse en un muerto en vida. Alguien excluido de todo: del culto, de las relaciones sociales, de su familia. Alguien que queda al margen de la vida. Un leproso no era visto sólo como un enfermo en el cuerpo. Un leproso era alguien que, aunque respira, ya no vive.

 

Esta enfermedad puede ser un signo de lo que nos puede pasar a muchos de nosotros que, por alguna situación, podemos estar, aunque aparentemente vivos, existencialmente muertos. En el Evangelio Jesús se muestra como Aquel que trae vida. El leproso pide sanación. Jesús quiere sanarlo y lo dice: "Lo quiero, queda purificado". Hay una voluntad de Jesús de querer sanarnos, de querer restaurarnos. Jesús quiere ponerte de pie en la vida.

 

Por más que otros te traten como a un "leproso", como a alguien que, por aquella equivocación del pasado, por aquel error cometido, por aquella vergüenza familiar, por aquel problema de salud, por… lo que sea, Jesús quiere, desea, anhela que vivás, que sanés, que tu vida pueda ser llamada verdaderamente vida. Aquel leproso pudo volver al culto, pudo volver a la sociedad, pudo volver a su familia: y así abrazar a los suyos, mirarlos de cerca y besarlos. Jesús restaura. A tu vida, a mi vida… a "la vida" Jesús la quiere sanar. ¿Lo dejás?

 

 

 

Oleada Joven