Evangelio según San Marcos 8,34 – 9,1

jueves, 16 de febrero de
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«Y llamando a la gente a que se reuniera con sus discípulos, les dijo: El que quiera venirse conmigo, que reniegue de sí mismo, que cargue con su cruz y entonces me siga. Porque si uno quiere salvar su vida, la perderá; en cambio, el que pierda su vida por mí y por la buena noticia, la salvará. Y luego, ¿de qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si le falta la vida? Pues ¿qué podrá dar para recobrarla?  Además, si uno se avergüenza de mí y de mis palabras entre la gente ésa, idólatra y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre.»

 

Palabra de Dios

 

 


 

 

P. José Navarro  Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Tucumán





A veces escuchamos decir: este hombre, este chico está perdido… tiene perdida la vida, o tiene perdida la vida por el alcohol, la droga. Y esta persona que pasa estas situaciones, nos da lastima,  nos apena que su vida no tenga un camino seguro, y vemos que se les avecina un final triste.



Sin embargo el evangelio de hoy nos habla de ofrecer la vida, de negarse a uno mismo. Es el primer anuncio de la Pasión que Jesús les hace a los discípulos: les dice que va a padecer.  Jesús comienza a hablarles a los discípulos con mucha franqueza y también develando su identidad. Pero Jesús no es un mesías a la medida como esperaban los judíos, con poder político, militar, económico, capaz de someter a todo el mundo. Jesús es un Mesías pobre, servidor, y nos muestra un camino de entrega, de solidaridad, de amor.



Perder la vida no es otra cosa que dar la vida, poner toda nuestra energía en la causa del Reino. ¿Y qué es el Reino de Dios? El reino de Dios es la civilización del amor. Jesús nos invita a crear una cultura de vida, donde no haya más muertos en vida… como son por ejemplo los chicos que roban, que se drogan, se alcoholizan y atentan contra la vida de los otros.  Jesús quiere vida, quiere que optes por la vida, que te sientas orgulloso de Él y de su Palabra.



Por eso cuando Jesús nos dice que hay que perder la vida y entregarse a uno mismo, no nos está diciendo otra cosa que luchar, vivir y entregar la vida por la causa del Reino, la civilización del Amor.     

 

Oleada Joven