Evangelio segun San Lucas 9, 22-25

miércoles, 22 de febrero de
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En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día." Y, dirigiéndose a todos, dijo: "El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?"

 

Palabra de Dios

 


 

P. Fernando Goicochea   Sacerdote Salesiano de Don Bosco

 

Hoy te invito a que leas tambien la primera lectura (Deuteronomio 30,15-20) , que es hermosa, y nos da una pista de como hacer para ser felices. En el evangelio de hoy está la invitación de Jesús a que nosotros lo sigamos por este camino arduo que Él ha elegido. Él, dice como Hijo de hombre debe sufrir mucho, ser rechazado y ser condenado.

 

Lo hemos escuchado estos días pasados y ahora al inicio de la Cuaresma, comenzando este tiempo de preparación para la alegría intensa radiante de la resurrección, este anuncio es un anuncio muy propicio porque nos ayuda a entrar en este tiempo que es de cierta austeridad. Un tiempo en el que la Iglesia nos invita a través de la Palabra del Señor a hacer ayuno, a hacer oración, penitencia, a dar limosna, dar aquello que tenemos aunque duela para que otros estén mejor. Entonces esta Palabra de Jesús nos pone en óptica: este es un tiempo para vivir intensamente detrás del Maestro… Él es el que va primero, el que debe sufrir mucho, ser rechazado y condenado… y nosotros invitados por Él, vamos detrás de Él: "El que quiera venir detrás de mi que renuncie a sí mismo".

 

Es una invitación a nuestra libertad, no tenemos una obligación a hacer esto: el nos pone delante la vida y la muerte, la prosperidad y una vida infecunda. Que bonito esto que el Papa Juan XXIII, llamado el Papa bueno, lo entendió tan profundamente que rezaba así:  

 

"Oh Jesús, mi amor crucificado, te adoro en todos tus sufrimientos… Abrazo con todo mi corazón, por amor a ti, todas las cruces de cuerpo y espíritu que me llegarán. Y hago profesión de poner toda mi gloria, mi tesoro y mi satisfacción en tu cruz, es decir en las humillaciones, privaciones y sufrimientos, diciendo con Santo Pablo: «qué jamás me vanaglorie, si no en la cruz de nuestro Señor Jesucristo» (Ga 6,14). En cuanto a mí, no quiero otro paraíso en este mundo que la cruz de mi Señor Jesucristo "

 

Con esta oración preciosa rezaba este Papa bueno que ha dado tanto fruto a la iglesia, fue el Papa que inició el Concilio Vaticano II esta revolución en la Iglesia y a través de ella en el mundo. 

 

Termino esta reflexión con un texto de Francisco Luis Bernardez, un gran poeta argentino, que nos dice bellamente que realmente vale la pena perder para que después através de eso que perdemos, podamos ganar. Es el camino pascual, el camino de pasar por la cruz, gustar la cruz, saborearla, llevarla con alegría con gozo, besándola como dicen del Señor algunnos autores, para que después podamos gozar con el Señor. 

 

Si para recordar lo recordado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado.

Si para estar ahora enamorado
fué menester haber herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprendido
que no se goza bien lo gozado
sino después de haberlo padecido.

porque después de todo he comprobado
que lo que tiene el árbol de florido
vive de lo que tiene sepultado.

 

 

Oleada Joven