Evangelio del día según San Lucas 4,24-30

viernes, 9 de marzo de
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En aquel tiempo, dijo Jesús al pueblo en la sinagoga de Nazaret: "Les aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Les garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio." Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

 

Palabra de Dios

 

 


 

P. Mario Sanchez Sacerdote de la Arquidiócesis de Córdoba



Como Cristo debería estar triste en su alma al verse tan despreciado, y odiado por sus mismos paisanos, como decían en aquel momento. Y me preguntaba: ¿nosotros nos consideramos hermanos, amigos suyos, lo tratamos mejor? Sólo le pedimos, quizás, que tenga paciencia con nosotros y no se aleje de nosotros, porque me parece que a veces también tenemos actitudes de rechazo, aunque no nos demos cuenta.

Vemos a Jesús en la sinagoga, hoy en el Evangelio, quejándose de cuántos no han sabido captar los signos de los tiempos y no han reconocido al Mesías. Le ayuda entonces a Jesús invitarlos a ver cómo pueden abrir su corazón, para escuchar ese mensaje de salvación, y contraponiendo a esto el ejemplo de los paganos, que sin tener el apoyo y guía de los profetas que ellos tienen reconocieron la actuación de Dios.

Por lo tanto, así hoy, expresa Jesús la queja de haber sido enviado a los suyos y no haber sido recibido, no haber sido recibido por todos los que presumiblemente sabían más de la Escritura, del Mesías, de la ausencia y presencia de Dios en la tierra, en la humanidad.

Sin embargo, la gente sencilla, los enfermos, los pobres, y los que oficialmente no sabían tanto, le abrieron los brazos y lo recibieron encantadísimos, lo mismo sucedió con los paganos, romanos, samaritanos. Jesús tuvo mucha admiración de su fe.

Dios siempre nos sorprende, lo más importante, como dice Jesús hoy en el trasfondo de esta lectura, no es ser de Nazareth o paisanos de Jesús, lo más importante es la fe que Jesús propone.

Jesús buscó y busca, todavía hoy entre nosotros, personas que se fíen en él, que confíen en él, que apuesten por él, que se conviertan, que dejen esas redes en las que sus vidas podrían encontrarse prendidas y le sigan. A partir de ese momento habrá que seguir abiertos a la sorpresa de un Dios cuyo plan y camino a veces son muy distintos de los nuestros, la iniciativa será siempre de Dios, siempre suya.

El problema de los fariseos fue fiarse más de sus conocimientos y cumplimientos, que del Dios siempre sorprendente que lleva a ellos por los caminos que no esperaban y no esperamos quizás hoy también nosotros.

Debemos pedir el Espíritu de discernimiento y no cerrarnos a todo lo que se nos ha hecho hasta ahora y se nos ha dicho, se nos presenta y no entendemos como parte de nuestra vida cotidiana y que a veces no encaja con nuestras estructuras de pensamiento, y por lo cual tenemos que abrir el corazón.

¿Qué nos puede decir esta Palabra hoy, aquí, ahora? Hoy somos nosotros los paisanos de Jesús, los que cometemos errores con Él, pero también somos los que compartimos, comemos y bebemos con Él, los que nos alimentamos de su Palabra, sus actitudes. Quizás por eso podemos sentirnos interpelados por su Palabra, por eso me parece importante que aprendamos de lo que sucedió en Nazareth a descubrir a Jesús en nuestra propia tierra, aunque sea en algunos aspectos un poco hostil a la fe, en nuestra propia vida, en las personas, en la historia única de cada uno de nosotros. Y más que pedir como ellos milagros, pidamos que Dios se nos siga manifestando en lo sencillo, en lo cotidiano, en lo que, aunque nos cueste, es lo que tenemos, es lo más importante para nosotros.

Me parece importante descubrirnos en esta respuesta a Dios, ¿cómo aceptamos la presencia de Jesús y sus palabras?, ¿cuáles son aquellas cosas que a veces nos hacen rechazar la persona de Jesús, su proyecto, su Palabra?

 

Oleada Joven