Evangelio del día según San Juan 2,13-25

sábado, 10 de marzo de
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Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: "Quiten esto de aquí; no conviertan en un mercado la casa de mi Padre." Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: "El celo de tu casa me devora." Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: "¿Qué signos nos muestras para obrar así?" Jesús contestó: "Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré." Los judíos replicaron: "Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?" Pero hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús. Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.

 

Palabra de Dios

 

 


 

P. Andrés Peirone Sacerdote Salesiano de Don Bosco

 

La Iglesia nos regala en este domingo el Evangelio según San Juan, en donde se nos cuenta este hecho tan raro de Jesús, ¿no? Lo vemos siempre a Jesús tranquilo, manso; un Jesús que siempre tiene la palabra justa, el modo correcto… Y hoy nos encontramos con un Jesús que va al Templo y se enoja mucho, tanto que llega a armar lío, llega a echar, llega a tirar al suelo la mesa de los cambistas… ¡Causa un escándalo! Y sus discípulos, al verlo hacer todo esto, y estar tan enojado porque la Casa de su Padre la convertían en casa de comercio, recuerdan la Escritura que decía: "El celo por tu Casa me consume".

"El celo por tu Casa me consume"… A Jesús le interesa mucho que la Casa de Dios este bien, que la Casa de Dios esté digna, se muestre correcta; que la casa de Dios esté realmente de pie.

Y la casa de Dios somos cada uno de nosotros: desde el día de nuestro Bautismo fuimos Templo del Espíritu Santo; fuimos Templo de Dios. En nosotros habita la misma Trinidad; en nosotros está el Señor: en mí, en vos, en esa persona que cada día se cruza tu lado; en tu novia, en tu novio; en ese compañero de estudio, compañero de trabajo; en esa persona con la que te llevás re-bién y esa persona con la cual tenés alguna dificultad. En cada uno está el Señor. Y por lo tanto cada uno es Templo de Dios. "El celo por tu Casa me consume".
 Hoy es un día hermoso para pedirle Señor la gracia de que tengamos celo de la Casa de Dios. Es decir: que nos preocupemos mucho de que la Casa de Dios en mí y en cada uno de los que me rodean esté bien, sea una casa digna. Que los que viven a mi lado vivan dignamente, que mi vida puede ser una vida con todas las letras, una vida según Dios. ¡Que el celo por la Casa del Señor nos consuma!

 

 

 

 

 

Oleada Joven