Evangelio segun San Juan 17,1-11a

lunes, 21 de mayo de
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 En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: "Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le confiaste. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he coronado la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame cerca de ti, con la gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese. 

He manifestado tu nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado. Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por éstos que tú me diste, y son tuyos. Sí, todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti."

 

Palabra de Dios


 

 

Pbro. Héctor Ortiz



 

En este Evangelio de Juan vemos lo que conocemos como la oración sacerdotal del Señor. Es el comienzo de la oración sacerdotal del Señor que lo vamos a ver durante el capítulo 17 de Juan.

 

La oración sacerdotal de Jesús tiene tres partes, en primer lugar pide la glorificación de sí y la aceptación por parte del Padre de su sacrificio en la cruz. En esta oración sacerdotal de Jesús se nos muestra claramente cómo Jesús intercede por cada uno de nosotros.

 

Me gustaría quedarme especialmente en esta segunda parte, ¿por quién ruega?, ruega por sus discípulos, por los que están en el mundo, por ti y por mí, ruega por cada uno de nosotros que hemos decidido seguirlo a Cristo. Ruega y le pide a Dios que nos ayude, que no nos deje solos, que no nos desampare, ruega el Señor Jesús a su Padre que está en el cielo por cada uno de nosotros que corremos el riesgo de ser tentados.

 

El Evangelio de este día, principalmente, nos motiva a que no dejemos de luchar, que no bajemos los brazos, que demos testimonio de nuestro ser cristiano; porque tenemos la certeza que Cristo ruega por nosotros.

 

Esta oración sacerdotal de Cristo nos tiene que fortalecer el corazón sabiendo que Él es nuestro intercesor delante del Padre, es el abogado delante de Dios de cada uno de nosotros, Él nos da la fuerza para seguir adelante, Él nos da el impulso para no bajar los brazos, nos da la sabiduría para responder y lugar en contra del mal.

 

Hoy el que realmente quiere ser cristiano tiene que ir en contra de la corriente, el que quiere vivir el Evangelio en este mundo secularizado tiene que ir en contra de toda una cultura. Se nos hace difícil a los que somos de Cristo, se nos hace difícil luchar, ser fiel; Jesús lo sabía por eso intercede ante el Padre por cada uno de nosotros.

 

Hermano no bajemos los brazos, tenemos un abogado, Cristo; tenemos la batalla ganada, que es la batalla de la salvación; no nos preocupemos, confiemos en Él.

 

Dios nos da la fuerza, pidámosle a nuestro Señor que nos fortalezca en la fe. Sabemos que nuestro Señor ruega constantemente por nosotros. Con nuestro testimonio muchos se van a convertir, sigue adelante, sé un buen discípulo de Cristo, que Él te va a dar la fortaleza y vamos a recibir la recompensa.

 

Que así sea.

 

 

Oleada Joven