Evangelio según San Marcos 11,11-26

viernes, 1 de junio de
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Jesús llegó a Jerusalén y fue al Templo; y después de observarlo todo, como ya era tarde, salió con los Doce hacia Betania.
Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús sintió hambre. Al divisar de lejos una higuera cubierta de hojas, se acercó para ver si encontraba algún fruto, pero no había más que hojas; porque no era la época de los higos. Dirigiéndose a la higuera, le dijo: "Que nadie más coma de tus frutos". Y sus discípulos lo oyeron. Cuando llegaron a Jerusalén, Jesús entró en el Templo y comenzó a echar a los que vendían y compraban en él. Derribó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas, y prohibió que transportaran cargas por el Templo. Y les enseñaba: "¿Acaso no está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las naciones? Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones". Cuando se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas, buscaban la forma de matarlo, porque le tenían miedo, ya que todo el pueblo estaba maravillado de su enseñanza. Al caer la tarde, Jesús y sus discípulos salieron de la ciudad. A la mañana siguiente, al pasar otra vez, vieron que la higuera se había secado de raíz.
Pedro, acordándose, dijo a Jesús: "Maestro, la higuera que has maldecido se ha secado". Jesús le respondió: "Tengan fe en Dios.
Porque yo les aseguro que si alguien dice a esta montaña: 'Retírate de ahí y arrójate al mar', sin vacilar en su interior, sino creyendo que sucederá lo que dice, lo conseguirá. Por eso les digo: Cuando pidan algo en la oración, crean que ya lo tienen y lo conseguirán.
Y cuando ustedes se pongan de pie para orar, si tienen algo en contra de alguien, perdónenlo, y el Padre que está en el cielo les perdonará también sus faltas". Pero si no perdonan, tampoco el Padre que está en el cielo los perdonará a ustedes.

 

Palabra de Dios

 

 




P. José Navarro Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Tucumán

 

Jesús nos invita a grandes desafíos, siempre nos invita a navegar mar adentro, hacia la profundidad de nuestra vida.

Es hermoso dejarnos educar por las escrituras, dejar que el Espíritu Santo nos ilumine y nos permita vivir con profundidad nuestra vida.Vivir a pleno es no dejarnos atrapar por la frivolidad, la apatía, el aburrimiento, la superficialidad. No hay que vivir de apariencias, sino que lo que mostremos hacia fuera sea la expresión de nuestra interioridad. Fíjense en el ejemplo de este evangelio: la higuera y el templo.

 

Jesús percibe de la higuera que es hermosa, tupida, llena de verdor (por fuera) pero que no ofrece nada de frutos, que endulcen la vida de los que pasan a su lado. Pasa algo similar con el Templo, es un edificio enorme y hermoso, pero los frutos de oración y de acogida nunca se producen. Sólo son un mercado del que se benefician muy pocos y en el que la mayor parte de los que allí acuden con fe y esperanza sólo son explotados y excluidos.

 

Lo bueno, o lo bello, o lo grandioso tuyo, no pasa por la apariencia, por vestir a la moda, por querer presentarte como fuerte, por imponerte a los demás…¡ La belleza, la grandeza, está en tu corazón! ¡¡Has sido creado a Imagen y Semejanza de Dios!! Dejá que el Señor obre en vos, que el Señor saque lo bueno que hay en vos…

 

 

Oleada Joven