Evangelio según San Mateo 15,21-28

martes, 7 de agosto de
image_pdfimage_print

 

 

Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: "¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio". Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: "Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos". Jesús respondió: "Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel". Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: "¡Señor, socórreme!". Jesús le dijo: "No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros". Ella respondió: "¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!". Entonces Jesús le dijo: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!". Y en ese momento su hija quedó curada.

 

Palabra de Dios

 

 


 

P. Fernando Goicochea Sacerdote Salesiano de Don Bosco

 

Solemos decir  "la gota horada la piedra", una gotita que cae, una y otra vez, termina haciedo un hueco en una piedra, con la dureza que tiene una piedra…con el paso de mucho tiempo, la perseverancia de esa gota termina haciendo ese hueco.

 

Jesús dice que una de las características que debe tener la oración, la perseverancia. Él pone el ejemplo de la viuda que va a pedirle al juez que le haga justicia, y ese juez inicuo que no expresaba: "no temo a Dios ni me importan los hombres", teniendo clara conciencia de su corazón empedernido. Pero para que la señora deje de molestarlo aceptó hacerle justicia, ya que ella iba todos los días a pedirle al juez que le haga justicia.



Cosa semejante nos presenta hoy esta cananea, ella no era del pueblo de Israel, no era de aquellas personas por las cuales Jesús había sido enviado, según El mismo expresa: "fui enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel" …y sin embargo, ella intuía que este corazón grande que había la iba a escuchar. Entoces va e insiste una y otra vez, tanto que los mismos discípulos se terminan hartanto y le dicen al Señor: "Atiéndela porque nos persigue con sus gritos", teniendo la misma actitud que tuvo aquel juez .

 

Jesús pone en esta escena su misión de por medio, y sin embargo ella delante de Él le sigue insistiendo a Jesús, postrándose: "Señor socórreme". Jesús le contesta: "No está bien tomar el pan de los hijos para tiránselo a los cachorros". Y ante la respuesta de la mujer que le retruca, Jesús termina diciéndole: "Mujer , que grande es tu fe, que se cumpla tu deseo".



¿Qué deseo tenemos en el corazón? ¿Estamos convencidos de aquello que le estamos pidiendo al Señor? ¿Sabemos que eso que le estamos pidiendo en estos días, meses, tal vez hace años, es algo que es conforme al querer de Dios? Si no lo fuera dejemos de pedirlo, pero sino continuemos perseverantemente sabiendo que Dios siempre escucha a sus hijos aunque los haga esperar.



 

 

Oleada Joven