Evangelio según San Lucas 9, 46-50

viernes, 28 de septiembre de
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En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante. Jesús, adivinando lo que pensaban, tomó de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo: "El que recibe a este niño en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado. El más pequeño de ustedes es el más importante".
Juan tomó la palabra y dijo: "Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir". Jesús les respondió: "No se lo impidan: el que no está contra ustedes, está a favor de ustedes".

 

Palabra de Dios

 

 

 


 

Reflexión : P. David Silva, Diócesis de Cruz del Eje

 

Estamos comenzando éste nuevo mes, el mes del Santo Rosario, el mes en el que oramos especialmente por las misiones y el mes en que comenzaremos a vivir la gracia del año de la fe proclamado por el Santo Padre, el Papa Benedicto. Y comenzamos Octubre a la luz del Evangelio de hoy. Si vamos al Evangelio de Marcos los discípulos son los que se acercan para preguntarle a Jesús quién es el más grande en el Reino de los Cielos? Y así también descubrimos estos en el Evangelio de Mateo. Entonces en los sinópticos el tema de fondo es el mismo: ¿Quién es el más grande?. Lo alentador de aquí es que Jesús conoce el pensamiento de sus discípulos, Jesús conoce lo más íntimo de sus amigos, conoce a quienes ha elegido y así puede formar sus corazones sobre la verdadera grandeza y lo hace tomando como ejemplo a un niño. El niño es de alma sincera, el de corazón puro, el sencillo de pensamiento, el que no ambiciona honores, es el que confía. El que no se ofende si no es tenido en cuenta.

 

Entonces podemos decir a la luz de éste texto que la verdadera grandeza consiste en la pequeñez, hacerse como ellos, como niños. Que gran desafío para la juventud que vive en nuestro tiempo y quiere seguir la enseñanza de Jesús. Porque ante un mundo que avasalla, un tiempo en el que el más grande es el que atropella, el más fuerte es el que rige su vida por motivos egoístas y mezquinos, la enseñanza de Jesús va por otro lado: Si quieres ser grande, hazte pequeño. Que lindo es ver a la Juventud que vive su pequeñez diariamente, que vive con humildad las responsabilidades diarias, que en sus dificultades confía su vida a las manos del Padre Dios. Una juventud así, grande, porque se hace como niño, es la que convence al mundo que la soberbia nunca edifica, y que la humildad es la que construye. Cuantos corazones duros y engreídos se destrozan ante el testimonio de sencillez y de humildad.

 

En éste día estamos celebrando la memoria de Santa Teresita del Niño Jesús. Que desde muy temprana edad sintió que Jesús la llamaba a entregar su corazón, tanto así que a los 15 años ingresa al convento de Carmelitas de Lisiex. Ella sí que fue grande a los ojos de Dios, porque ante los ojos de los de los hombres se hizo niña, se hizo pequeña. Y así supo amar con sencillez y humildad. Ella nos cuenta que cuando estaba en el lavadero su compañera de trabajo sacudía tanto la ropa con tal fuerza que le salpicaba de jabón la cara. Esto, dice, “me hacía sufrir mucho, pero jamás le dije nada al respecto, y así ofrecía este pequeño sacrificio por los pecadores." Sacrifico oculto, y profundo. Desde lo íntimo del monasterio supo consagrar su vida en la oración por la salvación de las almas y por las misiones. Por eso en este día te invito a que confiemos a su intercesión los grupos juveniles y misioneros de nuestras Diócesis, de nuestras parroquias, capillas y colegios.

 

Y hay que animarse a hacerse pequeños, no pequeños de apariencia, ni de cascara, sino los pequeños del reino, los pequeños del corazón de Jesús. Muchos jóvenes que aún no se han encontrado con Jesús pueden hacerlo si de nuestra parte encuentran un corazón humilde, un corazón de niños. Y en esto sabemos que no estamos solos, tenemos el ejemplo del Señor Jesús, que siendo Dios se hizo hombre, que siendo fuerte se hizo débil, que siendo Todo, se hizo nada y todo por amor. Tenemos el ejemplo de María, especialmente en éste mes del santo rosario, su espíritu canta la grandeza del Señor, porque Él miró la humildad de su sierva. Tenemos el ejemplo de tantos hombres y mujeres que no se dejaron seducir por la grandeza que el mundo les ofrecía, sino que se enamoraron de la pequeñez del corazón. Y aquí en éstas tierras, pequeños como el Cura Brochero, que con su sencillez supo ganarse el corazón de los humildes, de los olvidados, de los pobres, de los abandonados incluso hasta ganarse aquellos corazones más duros y alejados.

 

Anímate a ser grande ante el Señor, siendo pequeño ante los demás. Es todo un desafío, y nos sostenemos en la oración de unos por otros. La gracia nos acompaña y ella nunca nos defrauda.

 

Te invito también a que en éste día pienses en que actitudes, o pensamientos o en qué situaciones podés vivir tu deseo de ser niño, de ser pequeño ante los demás, porque es allí donde reside la verdadera grandeza. De modo que alegremos el corazón de Jesús que alaba al Padre por haber revelado las cosas del Reino a los pequeños y humildes porque así el Padre Dios lo ha querido.

 

Oleada Joven