Evangelio según San Lucas 11,15-26

jueves, 11 de octubre de
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"Pero algunos de ellos decían: "Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios". Otros, para ponerlo a prueba, exigían de él un signo que viniera del cielo. Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: "Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra. Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como ustedes dicen- yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul. Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces. Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes. Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras, pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita el arma en la que confiaba y reparte sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama. Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, vaga por lugares desiertos en busca de reposo, y al no encontrarlo, piensa: 'Volveré a mi casa, de donde salí'. Cuando llega, la encuentra barrida y ordenada. Entonces va a buscar a otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí. Y al final, ese hombre se encuentra peor que al principio".

 

Palabra de Dios

 

 



Reflxión: P. José Navarro Asesor de la Pastoral Juvenil de Tucumán

 

 

Ante Jesús nadie puede permanecer indiferente o neutral, o se lo acepta y se lo sigue radicalmente, o simplemente se lo rechaza.


El evangelio de hoy nos presenta como los fariseos, envidiosos por el poder y el prestigio que Jesús tenía entre la gente, ya no sabían qué hacer para desacreditarlo; entonces se les ocurre decir que Jesús hacía prodigios porque tenía el poder de Satanás, y que expulsaba demonios con el mismo poder. Jesús responde que Satanás no puede expulsar a sus propios discípulos. Porque si en un reino hay divisiones ese reino se viene abajo.


Jesús provocaba admiración en la gente no sólo por sus palabras, sino también por sus prodigios, porque su presencia sanaba, liberaba, restablecía a los seres humanos enfermos y dominados por todo tipo de males.


El poder de Dios hace el bien, las fuerzas del mal sólo destruyen y enferman al hombre.


Por eso seguirlo a Jesús es apostar siempre por el bien, tanto tuyo como el de tus seres queridos. Seguirlo a Jesús es apostar por un mundo mejor, ilusionarse con el Reino de los cielos.


Uno piensa a veces que todo está mal, y no es así; en vos hay muchas cosas hermosas que el Señor te dio y que uniéndolas a otros jóvenes, juntos pueden hacer mucho bien.


Por eso no te acostumbres a lo negativo, al “todo está mal y no se puede hacer nada”, al “nada cambia”, “todo está peor”…etc. No es así. A pesar de las trabas que le ponían a Jesús, él seguía haciendo el bien, ayudando al que lo necesitaba. Si lo seguís a Jesús tenés que apostar siempre por el bien, sin desilusionarse ni cansarse…

 

 

 

Oleada Joven