Evangelio según San Lucas 21,1-4

lunes, 26 de noviembre de
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"Después, levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo. Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre, y dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie. Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir".

 

 


 

 

Monseñor Carlos Ñañez  Obispo de la Arquidiócesis de Córdoba

 

El Evangelio que la Iglesia nos propone hoy es cortito y, por así decir, precioso. El contexto más próximo es una crítica que Jesús hace a los letrados, a los doctores de la ley, que bajo la apariencia de piedad se aprovechan de la situación de indefensión de las viudas. En la escena que se sitúa en el templo, Jesús observa que personas pudientes dan ricos donativos, pero sobre todo destaca una viuda que aparece y, como tal, como viuda, es una imagen de la debilidad, de la pobreza, pero al mismo tiempo, en este caso, emblema de generosidad. Precisamente ahí va el comentario de Jesús alabando a esta viuda, porque como Él señala los ricos han dado donativos más abundantes, pero el Señor añade, de lo que les sobraba; en cambio la viuda que no tenía más que dos moneditas dio todo lo que tenía, depositó esas dos monedas en el tesoro del templo.

 

 

La escena comporta una enseñanza, en primer lugar un ejemplo de confianza de esta mujer, una confianza ilimitada en Dios; se pone en sus manos, y al mismo tiempo, es un ejemplo de generosidad, para Dios lo mejor y todo. Me parece que es bueno que nosotros consideremos esta enseñanza y tratemos también de asimilarla y de asumirla en nuestra propia vida, que seguramente está agraciada por los dones de Dios.

 

Todos nosotros, en una u otra medida, tenemos dones; y es parte de la humildad reconocerlos como tales. La humildad nos lleva a ser conscientes de nuestros límites, de nuestras deficiencias, pero también y sobre todo, de los dones que Dios nos ha dado, de las capacidades que tenemos, reconociéndolas como riquezas que Dios ha puesto en nuestra vida, en nuestras manos.

 

 

 

Es una invitación a poner a disposición los dones que Dios nos ha dado, por pequeños que sean, al servicio de Dios, al servicio de nuestros hermanos. Lo importante no es que nuestros dones sean más o menos importantes, sean más o menos abundantes, lo importante es saber poner todo a disposición, estar en esa actitud de generosidad que aparece emblemáticamente en esta viuda del Evangelio.

 

 Que la Virgen nos alcance del Señor la gracia de tener un corazón realmente confiado y, sobre todo, un corazón totalmente generoso, como el Evangelio nos lo propone hoy. Se los deseo y me lo deseo de corazón, y los saludo cordialmente con mi bendición.

 

 

 

Oleada Joven