Evangelio según San Mateo 11,11-15

miércoles, 12 de diciembre de
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"Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él. Desde la época de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos es combatido violentamente, y los violentos intentan arrebatarlo. Porque todos los Profetas, lo mismo que la Ley, han profetizado hasta Juan. Y si ustedes quieren creerme, él es aquel Elías que debe volver. ¡El que tenga oídos, que oiga! "

 

Palabra de Dios

 

 

 


 

Reflexión: P. Javier Soteras



La figura de Juan el Bautista, en el tiempo de Adviento nos muestra que el camino que conduce a la Navidad no es poesía. La Gracia de la Navidad pide disponibilidad plena, lo cual es ruptura con nuestras expectativas profundamente humanas, para entrar en aquello que san Ignacio de Loyola llama la “santa indiferencia”. Al punto tal que no nos interesa tanto salud o enfermedad, riqueza que pobreza, humillación que reconocimiento, sino sólo el querer de Dios y su voluntad.


¿Qué nos quiere comunicar Dios en este tiempo de Adviento? El Señor nos invita básicamente a confiar. A confiar que allí, entre la sencillez del apocamiento, entre la simpleza de vivir las cosas de todos los días en Él, Él hace su obra de Navidad. El Señor actúa en medio de nosotros, haciendo lo que tiene que hacer. Y lo dejamos hacer…



El tiempo del Adviento supone, como lo predicaba Isaías, y lo repite Juan, el Bautista: preparar los caminos del Señor, allanar sus senderos, rellenar los valles, enderezar los caminos.

En un corazón que se abre a compartir con los demás, el camino de la vida, el tiempo del Adviento tiene una invitación profunda a prepararnos realizando el camino recorrido hasta aquí, corrigiendo lo que haya que corregir, abriéndonos a la acción de Dios, mucho más allá de lo que podamos entender de lo mucho y lo grande que Dios hace cuando le dejamos la iniciativa.

 



El tiempo de Adviento básicamente es un tiempo de la confianza. Por eso, el más pequeño en el reino de los cielos, es más grande que el más grande de los hombres. Porque los pequeños en el reino, que son los que están entregados absolutamente a la acción de Dios, ganan el tiempo que vendrá porque se entregan absolutamente en las manos del Padre, que hace nueva todas las cosas. Ya no es por el esfuerzo, ya no es por la violencia que se conquista el tiempo que viene, sino por el abandono y por la entrega. Por el trabajo de conciencia en lo que tenemos que mejorar, revisar, corregir, abrir, dialogar, compartir, allanar diría el profeta, rellenar, enderezar los caminos. Sabiendo que Dios, en definitiva, es el que termina por hacer la obra.



¿Qué camino tenemos que realizar para alcanzar esta Gracia que nos viene de la Navidad? ¿Qué caminos hay que recorrer? ¿Qué caminos hay que rellenar? ¿Qué caminos hay que allanar? ¿Qué hay que enderezar? ¿Cómo tenemos que prepararnos?


Este tiempo de Adviento de Jesús, que prepara los caminos e invita a la conversión, supone siempre un regalo grande que Dios nos hace de presencia, de consuelo, de palabra, que se traduce después en compromiso y tarea. El Señor cuando nos visita con su amor de Adviento, para prepararnos a recibir una gracia más grande; la de Él que se viene a instalar y a quedarse definitivamente con nosotros. Cuando nos visita nos moviliza y justamente en esa movilización, es donde se puede entender el querer de Dios.


Dejemos más bien que sea Dios el que vaya domando lo indomable en nosotros. El que vaya ordenando lo desordenado en nosotros. El que vaya actuando lo que todavía no se ha actuado en nosotros.



No lo va a hacer sin nosotros. Pero sí lo va a hacer Él, en nosotros y con nosotros. No lo podemos hacer sin Él. Es un fracaso que hemos experimentado una y otra vez, cuando frente a las realidades duras y difíciles de transformación de nuestra vida bajo el nombre y el signo que tienen, nos hemos encontrado lejos de la posibilidad de alcanzar lo que estábamos llamados a alcanzar: la transformación de la propia vida.

Dios y su protagonismo, en el tiempo de Adviento, dejarlo ser lo que está llamado a ser: Dios en medio de nosotros.

 

 

 

Oleada Joven