En algún momento, la mayorìa de las personas necesitamos hallar un sentido trascendental a la vida a través del encuentro con el Dios vivo. Pero ¿ desde qué lugares buscamos vincularnos con Él? ¿Será desde un ideal muy alto o desde la humildad y la pequeñez?
En La Oleada nos preguntamos cómo hacer posible este encuentro, si son los méritos personales y las buenas obras las que nos acercan a Él o las pobrezas y debilidades propias.
Es en la Palabra en donde está la respuesta; por ej, en las formas que utilizan para entrar en la presencia de Dios, por un lado el publicano y por otro el fariseo. El primero dice “Señor soy un pecador” y sin animarse siquiera a levantar la cabeza le pide a Dios “ten piedad de mí”. En cambio el segundo,el fariseo, dice “ayuno dos veces por día, cumplo con el diezmo, hago mis oraciones todas las jornadas”; claramente podemos ver que el fariseo está lleno de sí mismo, razón por la cual es desaprobado por Dios; no porque no lo ame sino porque con su actitud lo deja a Dios afuera de su vida .
Vemos que el fariseo vive una espiritualidad desde arriba en donde cree que tiene derecho de llegar a Dios y recibir sus favores porque cumple con las leyes y preceptos. En cambio el publicanos claramente vive una espiritualidad desde abajo que es en donde verdaderamente Dios actúa; en lo pobre, lo no bello, el límite personal.
Esto lo vemos en nuestras vidas, en lo de todos los días. Cuando buscamos encontrarnos con Dios basándonos en cumplir ciertas reglas como por ej ir a misa todos los domingos, exigirnos la perfección en el desarrollo de las obligaciones, obsesionarnos con una sola manera metódica de rezar, etc; quedándonos solo en eso, corremos el riesgo de perdernos a Dios porque terminamos cerrándole las puertas al querer valernos por nosotros mismos; nos terminamos pareciendo bastante a ese fariseo. En cambio cuando nos animamos a aceptar nuestra debilidad, nuestra pobreza y reconocemos esos lugares que no nos gustan de nosotros mismos y hasta nos duelen, Dios actúa. Porque es Dios el que se abaja hasta nosotros, no somos nosotros los que subimos hacia Él.
Recordemos que "solo el que se sabe vacío de sí mismo y pobre ante la presencia de Dios, se sabe bien amado y bien estimado en su pobreza y su imposibilidad."
La espiritualidad de abajo nos dice que Dios habla en la Biblia, y por la Iglesia, pero también nos habla por nosotros mismos, a través de nuestros pensamientos, nuestros sueños, hasta por nuestras heridas, y también por nuestras presuntas flaquezas.
Y vos ¿desde qué lugares te vinculas con Dios? ¿Solo desde lo mejor de vos? ¿O desde donde sentís que ya no podés más, donde encontras tu límite?
Te invitamos a escuchar el programa haciendo clik en el reproductor que se encuentra debajo del título.
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