Vivimos en un tiempo en donde estamos hipercomunicados. Internet, las redes sociales y las nuevas tecnologías nos permiten estar conectados donde sea que nos encontremos. Sin embargo cada vez estamos más aislados unos de otros e imposibilitadados para expresar aquello que nos pasa transformando nuestra cultura en adicta. Recordemos el significado etimológico de la palabra adicción: a (sin), dicción (palabra).
Decimos ser libres pero claramente estamos cada vez más atados a las adicciones. Para minimizar la angustia que nos provoca lo no expresado vamos creando lazos de dependencia con distintas sustancias o cosas, algunas más nocivas que otras. De ésta manera podemos convertirnos en adictos a la comida, a internet, al alcohol, al tabaco, a la marihuana, a la cocaína, etc.
En ésta escala encontramos la adicción a las drogas como la problemática más seria que nos atraviesa a todos como sociedad. La “droga surge como consecuencia de una profunda angustia existencial” debido a una multiplicidad de funciones no resueltas en la vida de la persona,nos decía el Padre Jorge García Cueva, abogado, parroco de la parroquia Santa Clara de Tigre donde acompaña a jóvenes que sufren del consumo de drogas.
“Generalmente el adicto es una persona extremadamente sensible y frágil, con lo cual necesita de” la droga para estar “duro” y de ésta manera ofrecer resistencia a la dura realidad que le toca vivir. De ésta manera la persona no resuelve ningún problema sino que los multiplica, no decía el Padre Jorge.
La drogadicción es una problemática que afecta sobre todo a los jóvenes. Algo que puede comenzar como una “diversión”, lo que se denomina cosumo recreativo, puede transformarse en consumo problemático. Esto depende mucho del contexto y realidad social en que se encuentre el joven, siendo los de menor recursos económicos los que estan más expuestos a caer en el segundo, del cual es mucho más complejo liberarse.
El P Jorge nos compartía que en “determinadas circunstancias y realidades en donde puede haber contención familiar y acceso a recursos profesionales de ésta “diversión” se puede salir rápido” pero en lugares en donde los jóvenes no cuentan con ésta contención y vivien una especie de existencia a la deriva es muy difícil que puedan despegarse del consumo de sustancias porque en ellas encuentran “compañía y evasión de sus problemas”.
La drogadicción afecta las dimensiones familiar, psicologíca, espiritual y física de la persona y para poder abordarla se deben tener en cuenta cada una de ellas si queremos ayudar verdaderamente al enfermo porque la solución no está en solo lograr que el adicto deje de consumir, nos decía el párroco y colaborador de la Conferencia de la Drogadependencia de la Conferencia Episcopal.
Si lo que queremos es ayudar como amigos o familiares debemos permanecer cerca del que se droga, acompañarlo pero con firmeza y claridad sin convertirnos en complices. Reunirnos con personas especialistas en la materia para que nos aseroren para no convertirnos en un obstáculo.
Es fundamental “trabajar fuertemente en lo educativo y preventivo” tanto en el colegio como en la familia, sin dejar de lado la “estimulación en la expresión desde el arte, la música y el deporte” nos decía el sacerdote.
Debemos naturalizar la problemática de la drogadependencia porque nos atraviesa a todos como sociedad aunque no nos toque vivirlo en el ámbito de lo familiar o del grupo de amigos más cercano. “Si la clave dela droga es callarte, nosotros debemos hacer lo contrario” agregó el Padre García Cueva
Te invitamos a escuchar el programa y la charla completa haciendo clik en el reporductor que se encuentra debajo del título.
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