Cada mañana, al despertar, te ofrezco el nuevo día Padre Bueno, y me entrego en tus manos con alegría y confianza sabiendo y rezando desde adentro que lo importante es buscar el Reino de Dios y su justicia; lo demás, lo darás por añadidura.
Ayúdame a vivir este día abierto a las necesidades de los demás, haciéndome prójimo de aquellos que necesitan y que crucen mi camino.
Dame un corazón abierto, sensible a los dolores y a los sufrimientos. Que me comprometa, decidido, en la práctica del amor y la justicia. Que no sienta más seguridades que tu aliento y tu presencia en el camino difícil del amor verdadero, aquel que construye vida y libertad para quienes se les niega la libertad de hijos de Dios.
Dame hambre y sed de justicia nueva. Quiero sumarme al trabajo por el Reino siguiendo tus opciones, transmitiéndolas con la vida y el ejemplo cotidiano.
Que cada nuevo día sea un paso adelante en el camino al Reino. No dejes que me atrape el individualismo descarnado que hoy es moda. Que no se endurezca mi corazón con falsas justificaciones y prejuicios. Que el consumismo y la indiferencia no ahoguen mis ganas de servir a los demás en todo tiempo y en todo sitio.
Dame hambre y sed de tu Palabra liberadora, la que sacude desde adentro y cambia la vida en gestos concretos. Dame constancia y empuje para llevar adelante los proyectos y propuestas que me vayas presentando. Dame Señor tu mirada para que pueda ver claro por donde pasa el Evangelio en nuestro tiempo.
Te doy gracias, Señor, por este nuevo día. Acompáñame en cada momento, ayúdame a crecer en el amor y la entrega a los demás. Ilumina mis decisiones Abre mi corazón y mis manos para que pueda transmitir tu gran amor a través de gestos y actitudes de servicio generoso a mis hermanos.
Amén.