Señor, este santo tiempo de Cuaresma ha pasado muy rápido.
Entré a él con miedo, pero también con grandes expectativas.
Esperaba un gran avance, una conversión poderosa, un cambio real de mi corazón,
quería que la Cuaresma fuese un día tan lleno de luz
que no quedase en mi alma ni una huella de oscuridad.
Pero sé que no llegas a tu gente con truenos y relámpagos.
Incluso San Pablo y San Francisco viajaron a través de mucha oscuridad
antes de poder ver tu luz.
Permíteme ser agradecido por tu forma amable.
Sé que estás trabajando, sé que no me dejarás solo.
Sé que me estás resucitando para la Pascua,
pero de una forma adecuada a mi propia historia y a mi temperamento.
Rezo para que estos últimos días, en los que me invitás
a entrar más plenamente en el misterio de tu pasión,
me traigan un deseo aún mayor de seguirte en el camino que creas para mí
y aceptar la cruz que me das.
Permíteme morir al deseo de elegir mi propio camino y seleccionar mi propia cruz.
No quieres hacer de mí un héroe, sino un servidor que te ame.
Permanece conmigo hasta mañana y en los días venideros,
y permíteme experimentar tu amable presencia. Amén!
Henri Nouwen