Espíritu Santo, tú eres alegría que desborda,
que se derrama luminosa en cada criatura.
El mundo entero es un canto de gozo
que surge como cascadas de vida de tu exceso de amor.
Toca mi interior con tu gracia, Espíritu Santo,
para que pueda tomar parte de esa felicidad.
Muéstrame la belleza y la bondad de las cosas pequeñas.
Te doy gracias, Espíritu de vida, por el agua, la luz,
los colores, los aromas, las sensaciones de la piel,
la voz de mis amigos, las manos, el cielo,
la sangre que corre intensamente y me mantiene vivo.
Enséñame a buscar siempre algo más en la vida.
Porque mientras hay vida hay esperanza.
Todos los días nacen niños, todos los días puede aparecer un santo,
un sabio, un héroe y el amor nos sorprende en cualquier esquina.
Despierta en mi interior, Señor amado, un intenso amor hacia ti,
para que te busque con el corazón ardiente,
para que me goce con tu amistad,
y repose en tu presencia cada noche con una sonrisa en los labios.
Muéstrame las maravillas de tu amor,
Espíritu Santo, para que seas mi lugar de delicias,
mi tesoro, mi banquete feliz. Me regocijo en ti, infinito y lleno de gloria.
Ayúdame a probar la alegría de Jesús resucitado.
Dame la potencia de tu gracia para que todo mi ser
sea un testimonio de tu gozo. Amén.
Víctor Manuel Fernández