Yo te amo Dios mío
y mi único deseo es amarte hasta
el último momento de mi vida.
Te amo Dios infinitamente amable
y prefiero morir amándote
a vivir un solo instante sin amarte.
Te amo Señor y la gracia que te pido
es la de amarte eternamente.
Te amo Dios mío y deseo el cielo
solo para poder tener la felicidad de amarte
con todas mis potencias.
Te amo Dios mío infinitamente bueno
y temo el infierno, solo porque ahí
no tendría jamás el dulce consuelo de amarte.
Dios mío si mis labios no pueden decirte
a cada instante te amo,
quiero que mi corazón te lo repita
cuantas veces yo respire.
Dios mío dame la gracia de que sufra por el amor
y de amarte en mi sufrimiento.
Te amo mi Divino Salvador
porque Tú has sido crucificado por mí.
San Juan María Vianney, Cura de Ars. Fragmento
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