Evangelio según san Mateo 9,9-13

jueves, 20 de septiembre de
image_pdfimage_print

En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.»

 

Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que su maestro come con publicanos y pecadores?»

 

Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa “misericordia quiero y no sacrificios”: que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»

 

Palabra del Señor

 


 

P. Javier Soteras director de Radio María Argentina

 

 

 

Antropológicamente, cuando alrededor de una mesa se juntan las personas a compartir la comida, se están diciendo a sí mismas, que comparten un mismo destino. Sentarse alrededor de una mesa, es sentarse alrededor de un destino compartido,un destino común.

 

La mesa nos reúne alrededor de un objetivo común,de un camino que recorremos juntos. Jesús, se sienta a la mesa con publicanos y pecadores,dentro de los cuales está, al que hoy celebramos, al evangelista Mateo.

 

De allí la pregunta de los que “ven a Jesús con esta actitud sorprendente”: ¿Cómo es que Jesús se sienta a la mesa de pecadores y de publicanos? ¿Jesús entonces es un pecador y viene, más que a cambiar la historia,a reivindicar a los pecadores?

 

¡NO!, mucho más que eso, Jesús, va a decir Pablo, se hace pecado por nosotros. Sin tener pecado asume nuestro pecado. Y nos muestra y amplía la mesa.

 

Los pecadores reciben la buena noticia, de que Dios se sienta a su mesa para mostrarnos una mesa distinta. La mesa de la dignidad que da el hecho de compartir un destino distinto de aquel, en el que nos asociamos para hacer el mal, ¡Y para hacernos mal!.

 

Ojalá todos entendamos que alrededor de la mesa de Jesús, recibimos una visita que nos saca de aquellos lugares donde, las asociaciones que hacemos de nosotros no son de las mejores, son tanta veces ilícitas.

 

La mesa que Jesús nos ofrece y el pan compartido con Él, reivindica nuestro camino, nos pone en un sentido distinto.

 

Pensá ¿con quién compartis la mesa?  ¿cómo y de qué manera, esa mesa compartida, puede traducirse en una mesa mejor si se sienta Jesús?. 

 

Que tengas una hermosa jornada.

 

Oleada Joven