¡Recemos por su liberación y la de tantos!
Mi querido Ashiq, mis queridos hijos:
(…) Desde que he vuelto a mi celda y sé que voy a morir, todos mis pensamientos se dirigen a ti, mi amado Ashiq, y a ustedes, mis adorados hijos. Nada siento más que dejarlos solos en plena tormenta. Tú, Imran, mi hijo mayor de dieciocho años, te deseo que encuentres una buena esposa, a la que tú harás feliz como tu padre me ha hecho a mí. Tú, mi primogénita Nasima, de veintidós años, ya tienes tu marido, con una familia que tan bien te ha acogido; da a tu padre pequeños nietecitos que educarás en la caridad cristiana como te hemos educado nosotros a ti.
Tú, mi dulce Isha, tienes quince años, aunque seas medio loquilla. Tu papá y yo te hemos considerado siempre como un regalo de Dios, eres tan buena y generosa… No intentes entender por qué tu mamá ya no está a tu lado, pero estás tan presente en mi corazón, tienes en él un lugarcito reservado nada más que para ti. Sidra, no tienes más que trece años, y bien sé que desde que estoy en prisión eres tú la que se ocupa de las cosas de la casa, eres tú la que cuida de tu hermana mayor, Isha, que tanto necesita de ayuda. Nada siento más que haberte conducido a una vida de adulto, tú que eres tan jovencita y que deberías estar todavía jugando a las muñecas. Mi pequeña Isham, sólo tienes nueve años, y vas a perder ya a tu mamá. ¡Dios mío, qué injusta puede ser la vida! Pero como continuarás yendo a la escuela, quedarás bien armada para defenderte de la injusticia de los hombres. Mis niños, no pierdan ni el valor ni la fe en Jesucristo. Les sonreirán días mejores y allá arriba, cuando esté en los brazos del Señor, continuaré velando por ustedes. Pero por favor, les pido a los cinco que sean prudentes, les pido no hacer nada que pueda ofender a los musulmanes o las reglas de este país. Hijas mías, me gustaría que tuvieran la suerte de encontrar un marido como su padre. Ashiq, a ti te he amado desde el primer día, y los veintidós años que hemos pasado juntos lo prueban. No he dejado nunca de agradecer al cielo haberte encontrado, haber tenido la suerte de un matrimonio por amor y no concertado, como es costumbre en nuestra provincia. Teníamos los dos un carácter que encajaba, pero el destino está ahí, implacable… Individuos infames se han cruzado en nuestro camino. Hete ahí, solo con los frutos de nuestro amor: guarda el coraje y el orgullo de nuestra familia. Hijos míos, (…) papá y yo hemos tenido siempre el deseo supremo de ser felices y de hacerlos felices, aun cuando la vida no es fácil todos los días. Somos cristianos y pobres, pero nuestra familia es un sol. Me habría gustado tanto verlos crecer, seguir educándolos y hacer de ustedes personas honestas… ¡y lo serán! (…) No sé todavía cuándo me cuelgan, pero esten tranquilos, amores míos, iré con la cabeza bien alta, sin miedo, porque estaré en compañía de Nuestro Señor y con la Virgen María, que me acogerán en sus brazos. Mi buen marido, continúa educando a nuestros niños como yo habría deseado hacerlo contigo. Ashiq, hijos míos amadísimos, los voy a dejar para siempre, pero los amaré por toda una eternidad. Mamá.
EL AMOR ES VICTORIOSO, EL AMOR VENCE SIEMPRE. ¡AMÉN, AMÉN, AMÉN!
Los abrazo fuerte, en Jesús
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