El Espíritu Santo me abre a Dios; me enseña a orar y me ayuda a estar disponible para los demás.
<El huésped silencioso de nuestra alma>, así llama San Agustín al Espíritu Santo. Quien quiera percibirlo debe hacer silencio. Con frecuencia este huésped habla bajito dentro de nosotros, por ejemplo en la voz de nuestra conciencia o mediante otros impulsos internos y externos. Ser <templo del Espíritu Santo> quiere decir estar y alma a disposición de este huésped, del Dios en nosotros. Nuestro cuerpo es por tanto, en cierto modo el cuarto de estar de Dios. Cuanto más nos abramos al Espíritu Santo en nosotros, tanto más se convertirá en maestro de nuestra vida, tanto más nos concederá también hoy sus -> CARISMAS para la edificación de la Iglesia. De este modo, en lugar de las -> OBRAS DE LA CARNE, crecerán en nosotros los -> FRUTOS DEL ESPÍRITU.
Material extraído del YouCat, Catecismo Joven de la Iglesia Católica.
Ediciones Encuentro, Madrid 2011
Capítulo Tercero: Creo en el Espíritu Santo
Nos puede ayudar a seguir reflexionando: