Amados en el Hijo amado del Padre

martes, 10 de enero de
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En ese momento se abrió el cielo y bajó sobre Jesús el Espíritu Santo en forma de paloma y se oyó una voz del cielo que decía: “Tú eres mi Hijo, el Amado, mi predilecto”.

Cuenta el Evangelio que en una ocasión Jesús reunió a los doce y les hizo esta pregunta: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Ellos respondieron que la gente pensaba que él era un gran profeta, y que incluso algunos creían que él era Jeremías o Elías o Juan el Bautista que había vuelto a la vida. Y la Palabra dice que Jesús miró a sus amigos y les devolvió a ellos la pregunta que antes había hecho en general, diciéndoles: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Y Pedro respondió: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”.


La pregunta que un día hizo Jesús a sus amigos, se puede volver ahora hacia nosotros: ¿Quién es para nosotros Jesús? ¿Quién es para vos Jesús? Y quizás a manera de respuesta podríamos decir muchas cosas: que es nuestro amigo, que es quien nos ilumina el camino, que es un hombre admirable, que es nuestra fuerza, que es nuestro apoyo, que es nuestra vida. Pero a la larga, lo importante no es lo que dice Pedro, vos, yo o todos nosotros de Jesús. Lo importante, lo verdaderamente importante  es lo que Dios dice de Jesús, porque lo que Dios dice de El, es al mismo tiempo, lo que Dios dice de nosotros. Así, si le presentaramos a Dios la misma pregunta que Jesús hizo a los doce, si le dijéramos ¿Quién decís, Vos, Señor, que es Jesús? Él nos diría: “El es mi Hijo, el Amado, el Predilecto”.

Jesús, el Amado


La invitación para este día es mirar a Jesús, es mirar a Dios, ya que Dios se manifestó plenamente en el actuar y en el vivir de Jesús. Mirar a Jesús para conocerlo y conociéndolo amarlo más y aprender de él a vivir. Mirar a Jesús, el Amado de Dios, es no sólo descubrirse intensamente amado por el Padre, es sentirnos también llamados a amarlo, es darnos cuenta de que también somos amados de Dios y es aprender de Jesús a llevar la vida propia de un amado.


Desde las primeras páginas los Evangelios comienzan mostrándonos a Jesús como el Amado del Padre. La expresión “este es mi Hijo, mi Amado, mi Predilecto”, colocada al principio de la vida pública de Jesús resalta un doble dinamismo de su vida: el amor entrañable del Padre hacia él y la entrega absoluta de él al proyecto del Padre. Jesús es un encuentro de dos amores. En él, el amor de un hombre se entrega por completo a Dios y se hace servidor absoluto de su voluntad. En él también el amor de Dios se hace total donación al hombre, fidelidad y solidaridad definitiva con el hombre.


Por eso, el episodio del Bautismo con el que los Evangelios comienzan la narración de la vida pública, es la presentación de la vocación misma de Jesús: ser el Amado, es decir, ser el lugar en el que se encuentran el más hermoso amor humano y el más total y abandonado amor divino.


Toda la vida de Jesús fue manifestación de su verdad esencial, de su primera y fundamental realidad: ser el Amado del Padre. Por eso toda su vida fue obediencia al Padre, cumplimiento de su voluntad, manifestación de su vivir. Realmente quien ve a Jesús, ve a su Padre.


Jesús el amado, significa también un compromiso absoluto de Dios con él, por que Dios no lo abandonó, sino que se solidarizó por entero con el vivir de Jesús. La realidad del Amado no es sólo la realidad del Jesús obediente, seguidor fiel de la voluntad del Padre. La realidad del Amado es también la realidad de la fidelidad sin límites del Padre. El único que no abandonó a Jesús fue el Padre. Cuando ya nadie creía en el proyecto de Jesús, cuando para las autoridades era sólo un líder fracasado y hábilmente destruido, cuando para Pilato era sólo un iluso más muerto en la cruz, cuando para la gente era quizá un Mesías que pudo haber sido pero no fue, cuando para sus discípulos era ya únicamente un triste y amargo recuerdo, el Padre metió su mano bondadosa en la historia y resucitó a Jesús de la muerte. En lo que parecía un fracaso Dios escondía una promesa, una historia de salvación.


Quizás a vos también te pase de sentirte sólo y abandonado cuando te visita el fracaso, cuando las cosas no te salen bien, cuando la realidad no es como esperabás, te aseguro que ahí no estás solo, están los brazos del Padre que te reciben. Cree que ahí mismo, en ese lugar el Padre esconde una promesa para vos, allí realiza tu historia de salvación. El nos dice en la Palabra “Aunque tu padre o tu madre te abandonen Yo no te abandonaré”. Que hermoso y que sanador poder caminar en esta certeza que tenemos un Padre que nos ama, nos espera, nos sana y nos salva.


Hay una canción “La niña de tus ojos” que refleja este amor de predilección del Padre, quisiera invitarte a que la escuches , te dejes mirar y abrazar por Él en ese lugar del fracaso, de la herida, de dolor, de soledad, de tristeza.

Vos, amado

Y vos, ¿Quién decís que sos?


Seguramente ya sabes la respuesta, tu respuesta. Te preguntás quién sos y vos respondés con un nombre y un apellido; pero eso no dice quien sos, sino simplemente cómo te llamás. Te preguntás quién sos? Y respondés de las personas con las que estás relacionado; sin embargo eso aclara como se llama tu papá o tu mamá o tus hermanos, o tu novio/a. Te preguntás quién sos? Y respondés diciendo lo que haces, lo que trabajas o lo que estudias; no obstante todo esto está relacionado únicamente con tus actividades, con tus quehaceres y no necesariamente con lo que vos sos realmente en lo profundo. Y por eso hay ocasiones en las cuales te preguntas quién sos y te respondés a vos mismo todo lo que callas, todo lo que llevas guardado de vos, todo lo que procuras disimular lo más posible para no alejar a los demás de vos. Dicen que nadie lo conoce a uno mejor que uno mismo pero lo curioso es que la mayoría de las veces los demás nos ven mejores.


Platón decía que el ser humano se parece a un esclavo atado en las profundidades de una caverna, mirando desde siempre y para siempre unas sombras reflejadas en la pared de la cueva. Y añade que de tanto ver las sombras ese hombre se convence de lo que llamamos realidad son sólo sombras en la pared de la caverna. Así mismo, nosotros nos pasamos la vida mirando en las paredes de  nuestra  propia caverna, las sombras de lo creemos ser o nos han hecho creer, y hemos visto tantos años ese concepto de nosotros mismos, que hemos terminado por convencernos de que somos así.


Te vuelvo a preguntar ¿Quién sos? Y te dejo que le respondás a tu corazón lo que los demás no saben de vos, lo que callas, lo que te atemoriza, lo que te quita las ganas de vivir, etc, etc. Cuando te  digas todo eso me animaré a decirte lo que Dios dice de vos, lo que Él que te creó y te conoce absolutamente dice de vos, lo que Él que ve más adentro del corazón sabe de vos… Y???, estas preparado??? Escuchá… lo que dice es: “Tú eres mi hijo, mi amado, mi predilecto”.


Sos el amado, esa es la verdad más honda, esa es la Buena Noticia que nos reveló Jesús. Por que sos  el amado Dios se hizo hombre en Jesús, te buscó y te sigue buscando. Cuanto te amará el Padre que dió a su propio Hijo para llevarte de regreso a su casa, a sus brazos.


De ahora en adelante cuando te pregunten quién sos, no temas en responder: “Yo soy el amado de mi Padre”.

Ahora los invito a ver con ojos de niños un video que refleja lo que hemos ido compartiendo…
 

 

 

 

Solo decirte que no demores tu decisión de regresar, los brazos del Padre te esperan y muchos jóvenes que tienen hambre y sed de saber quiénes son verdaderamente, que tienen hambre y sed de saberse amados por este amor del Padre están esperando tu testimonio.


Cuando la confusión y la pregunta de quién sos visite tu corazón no olvides mirar en lo profundo de tu interior, allí se esconde tu verdadera identidad. Solo es necesario ver con los ojos de la fe, con los ojos del corazón para saber, creer y vivir como un “Hijo amado del Padre”.

 

 

Oleada Joven