La enfermedad seguía avanzando y necesitaban intensificar el suministro de morfina, pero Chiara Luce se rehusaba: “Me quita la lucidez y solo puedo ofrecer a Jesús el dolor”. En un momento particular donde sufría físicamente le confiaba a la mamá que su corazón le estaba cantando: “heme aquí, Jesús, también hoy ante ti”. Ya tenía claro que pronto podría encontrárselo y se preparaba.