Estás conmigo

viernes, 13 de enero de

 

 

 

Todos los intentos por definir la oración, todas las expresiones más o menos felices para describir ese trato de amistad, al final de todo, se reducen a una máxima simplicidad: “Estás conmigo”.

 

Tú me sondeas y me conoces. Tú me compenetras, me envuelves, me amas. Tú me inundas, me circundas y me transfiguras. Estás conmigo. En Ti existo, me muevo y soy. Eres la esencia de mi existencia, fundamento fundante de mi ser. No puedo evadirme de Tu presencia.

 

Si salgo a la calle, vienes conmigo. Me siento en la oficina y quedas a mi lado. Mientras duermo, Tu velas mi sueño. Cuando recorro los senderos de la vida, caminas a mi lado. Al levantarme, sentarme  y acostarme, Tu presencia me envuelve como un manto. Estás conmigo.

 

Cuando, de pronto, siento la impresión de ser un niño perdido en la noche, Tú me gritas: no tengas miedo, Yo estoy contigo. Me envuelves con Tus brazos, porque eres mi Padre, y en la palma de Tu mano derecha llevas grabado mi nombre como señal de predilección. Adondequiera que yo vaya, Tú estás conmigo.

 

Eres el alma de mi alma y la vida de mi vida, más interior que mi propia intimidad. Estás dentro de mí, estoy dentro de Ti. Con Tu presencia activa, paterna y vivificante compenetras todo cuanto soy, todo cuanto tengo.

 

Estás conmigo.

 

En este momento, cualquiera de nosotros podrá gritar con San Pablo: “Ante esto, ¿qué diremos? Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros? Si el Omnipotente está conmigo, yo soy omnipotente”

 

 

Fuente: "El sentido de la vida"- Ignacio Larrañaga- San Pablo

 

 

Oleada Joven