Amar como Dios: ¿Por dónde comenzar?

jueves, 17 de mayo de
image_pdfimage_print

 

Nadie ama como Dios, y nosotros debemos imitarlo. Hasta ahora no hemos hecho todavía nada. Empecemos, entonces, a hacer algo. 

Pero ¿Por dónde comenzar?; padre Francisco, decímelo –preguntó Tancredo. 

-La cosa más urgente –dijo Francisco- es desear tener el Espíritu del Señor. Él solo puede hacernos buenos, profundamente buenos, con una bondad que es una sola cosa con nuestro ser más profundo. 

Se calló un instante y después volvió a decir: 

-El Señor nos ha enviado a evangelizar a los hombres, pero ¿pensaste ya lo que es evangelizar a los hombres? Mira, evangelizar a un hombre es decirle: “Vos también sos amado de Dios en el Señor Jesús”. Y no solo decírselo, sino pensarlo realmente. Y no solo pensarlo, sino portarse con este hombre de tal manera que sienta y descubra que hay algo en él algo de salvado, algo más grande y más noble de lo que él pensaba , y que se despierte así a una nueva conciencia de sí. Eso es anunciarle la Buena Nueva y eso no podemos hacerlo más que ofreciéndole nuestra amistad; una amistad real, desinteresada, sin condescendencia y de estima profundas. Es preciso ir hacia los hombres. La tarea es delicada. El mundo de los hombres es un inmenso campo de lucha por la riqueza y el poder, y demasiados sufrimientos y atrocidades les ocultan el rostro de Dios. Es preciso, sobre todo, que al ir hacia ellos no les aparezcamos como una nueva especie de competidores. Debemos ser en medio de ellos testigos pacíficos del Todopoderoso, hombres sin avaricias y sin desprecios, capaces de hacerse realmente sus amigos. Es nuestra amistad lo que ellos esperan, una amistad que les haga sentir que son amados de Dios…
 
 
Fuente: Eloi Leclerc,  “Sabiduría de un pobre”

 

Oleada Joven