Un objetivo claro

miércoles, 27 de junio de
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¿Tenemos un objetivo claro en la vida? Sin un objetivo claro, perdemos rápidamente la dirección de nuestro rumbo y derrochamos nuestra energía en trivialidades.
 
¿Cuál es nuestro premio? Es la vida eterna, divina, la vida en y con Dios. Jesús nos proclamó este objetivo, este premio celestial.
 
No es fácil dirigir nuestra mirada permanentemente hacia la vida eterna, sobre todo en un mundo que nos muestra siempre que existen cosas más urgentes y más importantes… ¿Qué podemos hacer para que nuestro objetivo permanezca claro? ¿Qué tenemos que hacer para mantener el premio a la vista?
 
 
 
Ejercitar la disciplina de la oración, esa disciplina que nos ayuda a colocar a Dios siempre en el centro de nuestra vida. Aunque nos distraigamos y nos ocupemos de muchas cosas, si nos proponemos un tiempo y un lugar para regresar a Dios- que nos promete vida eterna- gradualmente reconoceremos que las muchas cosas que hacemos, decimos y pensamos, ya no nos distraen, sino que nos acercan a nuestro objetivo. Sin embargo, es importante mantener nuestro objetivo a la vista.
 
La oración mantiene libre la visión para lograrlo. Y si alguna vez el objetivo queda poco claro, la oración pronto lo mostrará con claridad.
 
 
Fuente:"El lenguaje del corazón" -Autor: Heni J.M. Nouwen- Bonum
 
 

 

 

Oleada Joven