El mundo es de quién lo ama

viernes, 6 de julio de
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A veces nos lamentamos de que el cristianismo, en la sociedad de hoy, es una presencia cada vez más marginal, de que es difícil transmitir la fe a los jóvenes, de que las vocaciones disminuyen. Y se podría seguir enumerando motivos de preocupación.

 
De hecho, no es raro que, en el mundo actual, nos sintamos perdedores. Pero la aventura de la esperanza nos lleva más allá. Un día hallé escrito en un calendario estas palabras: el mundo es de quien lo ama y mejor sabe demostrarlo. ¡Qué verdaderas son estas palabras! En el corazón de las personas hay una sed infinita de amor, y nosotros, con el amor que Dios ha infundido en nuestros corazones (cf Rm 5,5), podemos saciarla.
 
Pero es preciso que nuestro amor sea “arte”, un arte que supera la capacidad de amar simplemente humana.
Mucho, por no decir todo, depende de esto.
 
Yo he visto este arte, por ejemplo, en la Madre Teresa de Calcuta. Quien la veía, la amaba. También en Juan XXIII,… Aunque han pasado muchos años desde su muerte, su memoria está muy viva en la gente.
Al entrar en un convento o en un centro diocesano o en nuestras oficinas, no siempre se encuentra este arte que hace el cristianismo hermoso y atrayente. Se encuentra, por el contrario, caras tristes y aburridas debido a la rutina de todos los días…
 
¡Sin un amor fuerte no podemos ser testigos de esperanza!
Aunque seamos expertos en materia de religión, corremos el riesgo de tener una teoría del amor y no poseer suficientemente su arte. 
Jesús era como nadie maestro en el arte de amar. 
 
 

 Fuente: “Testigos de Esperanza”, F. X. Nguyen van Thuan, Ciudad Nueva

 

 

Oleada Joven