¡Señor Santiago! Heme aquí, de nuevo, junto a tu sepulcro al que me acerco hoy, peregrino de todos los caminos del mundo, para honrar tu memoria e implorar tu protección.
Viene conmigo, Señor Santiago, una inmensa riada juvenil nacida en las fuentes de todos los países de la tierra. Aquí la tienes, unida y remansada ahora en tu presencia, ansiosa de refrescar su fe en el ejemplo vibrante de tu vida.
Enséñanos, Apóstol y amigo del Señor, el CAMINO que conduce hacia Él. Ábrenos, predicador de las Espadas, a la VERDAD que aprendiste de los labios del Maestro.
Danos, testigo del Evangelio, la fuerza de amar siempre la VIDA. Ponte tú, Patrón de los peregrinos, al frente de nuestra peregrinación cristiana y juvenil. Y que así como los pueblos caminaron antaño hasta ti, peregrines tú con nosotros al encuentro de todos los pueblos.
Contigo, Santiago Apóstol y Peregrino, queremos enseñar a las gentes de Europa y del mundo que Cristo es-hoy y siempre- el CAMINO, la VERDAD y la VIDA.
Fragmento de la Oración de Juan Pablo II delante de la tumba del Apóstol Santiago
en la IV Jornada Mundial de la Juventud – Santiago de Compostela, 19 de agosto de 1989