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Anunciar
lunes, 8 de octubre de
Anunciar al hermano. Anunciar al pobre, al que no tiene voz.
Algunos dicen que esta debería ser la verdadera tarea de la teología. Porque en definitiva detrás de una buena y profunda teología, es decir, detrás de una buena y profunda manera de hablar sobre Dios, se encuentra la más acertada manera de hablar sobre el hermano, sobre el prójimo, sobre el hombre.
Anunciar al hombre y anunciar a Dios van de la mano. Solo el que es capaz de anunciar al hermano, puede anunciar a Dios.
Un anuncio aporta una novedad, es portador de algo que se desconoce y que la mayoría de las veces se espera de un momento a otro. Es algo que nos invade, incluso llegando a bloquearnos, sorprendernos o a cambiar nuestras decisiones….que puede hacer que nuestra mirada se vuelva hacia el hombre, porque se ha vuelto hacia Dios.
Practicar el anuncio del hermano consiste en no querer comprenderlo todo de él. En saber que es imposible acapararlo, retenerlo, poseerlo. Es más, que no es justo relacionarse así con él. Anunciar al hermano es recuperar un
a libertad compartida y presumida. Es dejar que cada uno sea como Dios desea en lo más profundo que sea….y puede ser también ayudarle a que así se vaya cumpliendo. Porqué anunciando al hermano también se va haciendo realidad el deseo y el anuncio de Dios sobre cada uno de nosotros.
Ojalá practicáramos más el anuncio del hermano, el anuncio del prójimo, en definitiva el anuncio de Dios. Así nos habremos convertido en profetas verdaderos, como los profetas antiguos y podremos contemplar con una mirada un poco más trasparente, un poco más llena de los otros y más vacía de nosotros mismos. En definitiva….con los ojos abiertos.
Fuente: ojosmasabiertos.blogspot.com- caminodeemauschile.blogspot.com.ar
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