Está viniendo

jueves, 6 de diciembre de
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Esperar es propio del hombre: somos un ser histórico: desde que nacemos vamos hacia delante. Y caminamos esperando. Siempre esperamos. La espera de lo bueno, de lo mejor estimula y hace desarrollar la actividad. La espera de por sí es activa: vamos en su busca; muchas veces experimentamos que lo que se espera no está allá lejos, inmóvil, si no, más bien está viniendo, se acerca.

¿Qué esperamos?: personas, acontecimientos, cosas. Esperamos confiando que lo que viene nos hará más, mejor, creceremos, podremos  mejorar, desarrollarnos. Esperar nos hace caminar hacia la felicidad. Esperamos crecer, ser más grande, saber más, tener una familia cordial, unida, en paz. Esperamos saber más, tener amigos, hacer un  nuevo hogar.

Es verdad que también se teme lo malo. Aunque no lo esperamos, sin embargo nos sacude y estremece: el mal ennegrece y oscurece el futuro.

Una de las esperas humanas más significativas es la espera del hijo que viene. Sobre todo en la madre y el padre pero también en toda la familia y las amistades.


Vivir en espera del que viene es el sentido del Adviento. La llegada del esperado (eso significa ad-viento que puede ser la llegada de alguien o de algo) se activa y se despierta cuando se aguarda con el corazón porque está viniendo. La espera, también, busca como acelerar la llegada. La espera limpia la mirada para ver mejor, purifica el corazón para encontrarse con el esperado.

 
 
El Adviento en sentido cristiano no es espera de “algo” sino de “Alguien”. Lo que los hombres esperamos puede ser muy variado. Pero hay algo que sabiéndolo o no, siempre buscamos: paz, vida, libertad, alegría, ser dueño de sí, curación de males muchas cosas, una vida que sea plena, feliz. Y, a su vez, en medio de tantas esperas desilusiones, frustraciones, pérdidas. Con todo, aún sin conseguir lo que esperamos y ansiamos, sentimos en nuestro interior el impulso a seguir esperando: es un impulso que el Espíritu de Dios hace brotar en el hombre.

Como creyentes creemos que el Esperado es Jesús. Teniéndolo presente con claridad o, también, aún cuando se desdibuja en nuestra conciencia la persona de Jesús, Lo estamos esperando. Él, a su vez, vino cuando nació, vivió, murió y resucitó, Y, también, ahora, para cada uno y para el mundo, sigue viniendo. El Adviento y la Navidad que recuerdan la primera Venida de Él, nos llama a vivir nuestra vida personal y actual en la Espera de Él que está viniendo también hoy, también a nosotros, también a nuestra Sociedad.
 
 
Fuente y texto completo: cea.org.ar Autor: Mario Luis Bautista Maulión
 

 

 

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