– Fruto, ¿estás muy lejos de mí?
-Estoy en tu corazón, flor.
.Señor, sé que mi vida es un fruto que nace en el jardín de tu corazón. Me gustaría que fuera un fruto sabroso por el cultivo de las virtudes cristianas que me lanzan a la maduración.
.Para ello, pongo mi vida en tusa manos acogedoras, cálidas y llenas de vida y consuelo. Sabes regular mis afectos, mis amores y mis ilusiones aún cuando puede desfallecer, por instantes, en la senda de mi fe.
. Pero disfruto contigo, Señor, más que con nadie. Tus delicias, tus frutos sazonados sólo lo aprecian los que están metidos en tu corazón de amigo y de Padre.
.A veces, Señor, nos creamos quimeras que nos apartan de ti. ¿Qué logramos con eso? Nada. Son una estupidez. La clave de mi vida está en cumplir y vivir lo que tú quieras de mi pobre persona. Gracias por dejar que ponga mi vida en tus manos.
Padre Felipe Santos Campaña, SDB