"Me tocaste, Jesús, y cerré mi puerta,
y me hablaste, Jesús, con el pan y el vino y así,
con tu sombra detrás, que todo alumbró,
tu rostro sereno…
Con un trozo de ayer, yo te esperé en mi puerta,
con un montón de papel, que jamás, se pudo leer,
y casi sin mirar, me acerqué Jesús, sentí tu llamada…
Hoy he vuelto al lugar, donde hay amor sincero,
no me quiero alejar, por favor, escucha Jesús,
donde hay vida tu estarás, quiero ser de tí,
tu hermano y amigo…
Me sonrió dulce, y me miró fijo,
yo soy tu amigo, me dijo,
le sonreí luego, y lo sentí cerca,
tienes un nuevo amigo…"
Jesús es nuestro compañero de camino más fiel, ese que nos conoce, nos asume con nuestros errores y aciertos, y nos perdona con misericordia. Abramosle las puertas de nuestro corazón, alimentando nuestra fe, y haciendo de nuestra Vida una respuesta a su Amor, que se renueva día a día. Anunciemos con nuestras actitudes su Palabra, entremos en intimidad con El, para alcanzar la verdadera felicidad.