El haber llegado a los 20 años de vida, sin lugar a dudas, es todo un milagro. Vivimos entre la vida y la muerte permanentemente, y más cuando somos chicos, y al no dimensionar el peligro no nos aferramos tanto a la vida.
Todos hemos experimentado alguna vez la cercanía con la muerte. Más bien diría, todos hemos sido salvados alguna vez. Caerse de la bici y por unos centímetros no dar la cabeza con una piedra; resbalarte en la pileta, y de milagro alguien te vió y te salvó; accidentes domésticos (ollas con agua caliente, calefactores, asfixia con cortinas, cuchillos…) y tantas situaciones más. Te invitamos a que hagas memoria unos minutos… que vuelvas a pasar por tu corazón esos momentos en los que de verdad estuviste en peligro.
Si llegaste a los 20 años y estás leyendo este artículo; de verdad Dios estaba empeñado en que vivieras. Seguramente es por algo. Por eso cuando cumplo años no sólo celebro y conmemoro el día en que llegué a la vida, sino el que Dios me la siga conservando, y eso ya es un gran motivo para dar gracias. ¡Qué increible saberse bajo la mirada y protección de un Dios que definitivamente nos ama y mucho!
De nuestra redacción
Milagros Rodón