Se van cayendo las últimas hojas del calendario… cuánto vivido en un año. Y llegar a la recta final, nos lleva también a pegar media vuelta y contemplar desde la cima todo el camino transitado.
En definitiva, nuestra vida está llena de rostros… de gente con la que compartimos nuestras horas, comidas, estudio, salidas y diversiones. También, la vida está repleta de paisajes, esos lugares en donde transcurren nuestros días. Tu casa, el lugar de trabajo, la facultad, las casas de amigos, la parroquia, el parque… todos esos lugares donde mayoritariamente se detienen nuestros ojos, y nos resultan familiares. Pero también el corazón está poblado de personas y de lugares, que vimos una sóla vez pero que quedaron en la misteriosa biblioteca de nuestra memoria. Rectas, bajadas, curvas y contra curvas, mesetas, montañas… en el camino hay de todo, y siempre es cambiante.
Que bueno que podamos vivir en este tiempo la recomendación que nos dejaba el Papa Juan Pablo II al comenzar el nuevo milenio: “recordar con gratitud el pasado, a vivir con pasión el presente y a abrirnos con confianza al futuro”. No estamos abandonados a nuestra propia suerte, sino que Dios nos acompaña en el camino y nos asiste con su providencia.
Sabernos hijos amados del Padre, cambia todas las perspectivas. Cuando tenemos la espalda cubierta por un Padre grande nos animamos a caminar con confianza, con la certeza de que todo lo que la marea del año que comienza nos traiga, va a ser para bien nuestro. “Lo que Dios quiera, como Dios quiera, cuando Dios quiera”…
Que en estos días podamos descansar en los brazos del Padre… siempre el amor y la ternura nos descansan el alma, y el cuerpo. ¡Feliz año nuevo! Que el Señor te conceda los deseos más profundos de tu corazón.
De nuestra redacción
Milagros Rodón