Esos días que uno no ve la hora en que terminen

viernes, 19 de agosto de
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Esta es una historia ficticia, (pero tan facilmente puede suceder).

 Cuantas veces vivimos o aún mas nos toca padecer uno de esos benditos días en que no solo las cosas y hechos que pasamos parecen ir de mal en peor, sino que todo a nuestro alrededor parece ir en contra de nosotros, nuestras vidas y nuestro existir mismo.

 

Acaso no han pasado por días donde nuestro auto se empaca o amanece con una cubierta desinflada o con un curioso clavo introducido estratégicamente puesto donde no debe. Salimos tarde, enojados o resignados y el tráfico lentísimo nos golpea con brutal indiferencia. El estacionamiento donde guardamos nuestro vehículo esta cerrado. En la oficina nuestro jefe/jefa tiene ganas de cargarse contra nuestra y lo hace consecutiva y eficientemente y/o tus compañeros se les ocurre tratarte mal o matarte con indiferencia.

 

Llegas a casa buscando refugio después de un día de perros como suele decirse. El tráfico volvió a golpearte y compartiste unas broncas con otro automovilista y…

 

Al fin la santa paz del hogar.

 

¡ JA!

 

En casa te espera la empleada con un aviso de renuncia por maltrato de tus hijos. Tus hijos que no hacen la tarea y se matan con la computadora.

 

El lavarropas anda mal. El baño pierde por la pileta, el inodoro y vaya a saber donde mas. La TV por cable funciona con estertores de diarrea, (no se ve, no se escucha). El vecino que se queja porque la empleada tuya le tiró la basura a su casa, (ni puedes reclamar porque no sabes si se queda). Te llega un aviso de mora en el teléfono, (se olvidó la compañía de enviar la factura y a ti se te pasó).

 

Crees que ya tienes suficientes golpes y llega tu esposa con un día tan malo como el tuyo y …

 

En este momento ya está todo servido por el demonio para que te enrosques a gritos y maltrato con tu esposa, hijos y doméstica. O quien sea. Porque tus venas sobresalen y la presión en tu interior busca un chivo expiatorio donde descargarse. La tormenta se cierne. Las nubes están negrísimas y los rayos y el viento anuncian el huracán.

 

¡Que hace el ser humano en este momento!.

 

Pues dice:

 

¡Bienvenido el combate! Y salta la sangre. En la batalla cae tu esposa, tus hijos, tu empleada se va y todos lloran. Tu autoestima está por el suelo.

 

Pero el príncipe del mundo y las tinieblas no está contento. Quiere más. Y tú alegremente se lo darás.

 

La pelea sigue el resto del día con breves interrupciones cargadas de magnetismo. A la noche no duermes en tu cama.

 

El amanecer te pilla hirviendo en resentimiento y encono y decides separarte.

La batalla ha terminado. Los restos humeantes de una familia, se yerguen como epitafio de la lucha.

 

Te vas sin saber porqué en realidad. Apuntas tu brazo contra el cielo y culpas a Dios de tus miserias.

 

El maligno goza y festeja. Va en busca de otro rebaño que destruir.

 

Tu has perdido todo. Y lo peor es que se clava en tu memoria los ojos llorosos de tu hijo pequeño que ve destruida su vida sin saber porque.

 

Después vendrá el mundo, con sus afanes y su movimiento que te envuelven y te hacen creer que está bien que te hayas separado. Que es de adultos hacerlo. Que los chicos comprenderán. Que tu esposa se portó mal y que es mejor seguir adelante y madurar.

 

Te alejas de la familia, te alejas de tus responsabilidades, te alejas de Dios y te metes de lleno en el mundo. Un mundo regido por alguien que no desea tu bien aunque te haga creer que sí. Ese ser enviará a tus amigos con falsos consejos y consuelos. Te llevará a donde le plazca, ya que ahora te tiene bien agarrado y…

 

¡Prepárate!. Si lo sigues dejando manejar tu vida, vendrán tiempos peores.

 

 

. . .

 

 

Retrocedamos un poco en el tiempo…

 

Llegas a tu casa después de ese pésimo día en el trabajo y vuelve a suceder todo los malos eventos de ese día.

 

Pero…

 

Te paras un momento. Buscas consejo de Dios en tu interior.

 

Escuchas una voz interna que te dice:

 

¿Tu auto se portó mal?. ¿Pensaste en cuanta gente no tiene auto, moto o bicicleta?. Es más pensaste ¿cuanta gente no tiene PIERNAS?

 

¿Tu familia te maltrató?. ¿Te fijaste cuantas personas andan SOLAS por la vida y darían lo que sea por tener una familia?

 

¿Tu empleada se fue o quiere irse?. ¿Pensaste en los que no tienen un techo donde guarecerse del frío o del sol o un lugar donde sentarse o comer?

 

¿Tu esposa no te comprendió o no se fijó lo cansado que estabas?. ¿Y tú te fijaste que cada mañana ella se levanta apenas de la cama por los dolores de huesos o que aún en el cansancio de su jornada tuvo tiempo para coserte ese pantalón que te gusta o quizás te acaricio en tus pesadillas mientras dormías?.

 

¿Tus hijos se escaparon de la tarea o hicieron mal las cosas?. ¿Sabes cuantas parejas rezan a Dios por años para lograr tener un hijo?. ¿Que le dirías a ese padre que perdió a su hijo en un accidente o que un criminal le quitó la luz de sus ojos?.

 

¡HERMANO!. La vida es mucho mas corta de lo que pretende hacernos creer el mundo.

 

Recapacita junto conmigo, hagamos una bien y no una que luego nos lleve a la tristeza. Sé docil a Dios y AMA. Pero ama en serio. Tu día puede haber sido malo, malísimo, pésimo o peor. Pero, ¿que nos impide avanzar en el camino de santidad y superar nuestras miserias y dar mas?.

 

¡El cielo es nuestro límite!

 

No es fácil.

 

Te cuento un secreto. Ven, acercate, te lo digo bajito:

 

Da el primer paso. Dios hará el resto.

 

Dios te bendiga.

 

PD: Gracias Señor por mi esposa, mis hijos y todos los hermosos dones que me has dado. Pero sobre todo gracias señor por enseñarme a ser ¡dócil!, (y eso que como buen cabeza dura me resisto a ello).

 

 

 

Roberto Marcelo Alvarez