Evangelio según San Mateo 25, 31-46

sábado, 5 de febrero de
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En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Hijo del hombre en su gloria con todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones se reunirán delante de él, y él separará unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá las ovejas a un lado y los cabritos al otro. Entonces dirá el rey a los de un lado:

“Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era un extraño, y me hospedaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; en la cárcel, y fueron a verme”.
Entonces le responderán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos; sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo fuiste un extraño y te hospedamos, o estuviste desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y fuimos a verte?”
Y el rey les responderá: “Les aseguro que cuando lo hicieron con uno de éstos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron”.
Después dirá a los del otro lado: “Apártense de mí, malditos, vayan al fuego que no se apaga, preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; fui un extraño, y no me hospedaron; estaba desnudo, y no me vistieron; enfermo y en la cárcel, y no me visitaron”.
Entonces responderán también éstos diciendo: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, cuándo fuiste un extraño o estuviste desnudo, enfermo o en la cárcel, y no te socorrimos?”
Y él les responderá: “Les aseguro que cuando dejaron de hacerlo con uno de estos pequeños, dejaron de hacerlo conmigo”.
E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna».

 

Palabra de Dios


 

Pbro. Maximiliano Turri

 

 

 

 

 

Continuando el relato del Génesis, seguimos profundizando en el misterio de la Escritura, en el misterio del corazón humano; la fuerza destructiva que el pecado siembra en el corazón se manifiesta en el texto de hoy.

Relatos anteriores del Génesis nos cuentan que la relación entre Dios y el hombre ya se había roto, y no solamente entre Dios y el hombre, sino entre el varón y la mujer. Pero ahora se destruye una relación no menos profunda, la relación entre un hermano y el otro.

 

El celo, la envidia, da malos frutos en el corazón de Caín contra su hermano Abel. Esto nos hace reflexionar la violencia que engendra el pecado en el corazón humano. Caín lo lleva a su hermano a la muerte, muerte que lleva a preguntar a Dios: “¿Dónde está tu hermano Abel?”.

Pregunta que Dios nos sigue realizando a todos, ¿dónde está hoy el que sufre, el que padece, el que es pisoteado por otros?

 

La expresión que le dice Dios a Caín es fuerte, muy fuerte, “la sangre de tu hermano grita hacia mí desde el suelo”. El grito de tantos que mueren injustamente, que no tuvieron oportunidad de elegir, que otros le provocaron.

Ante la injusticia, y esto es siempre bueno recordarlo, Dios toma partido, toma partido por aquel que la padece, no por aquel que la comete.

 

Que Dios nos conceda a todos, a la luz de su Palabra, a la luz del texto que hoy la Iglesia nos propone, que nos conceda ser aquellos de los cuales padezcamos alguna injusticia, y sepamos que Dios está de nuestro lado y no ser aquellos que la cometen y saber qué lugar va a tomar Dios.

Por eso el cristiano está cerca de aquel que padece, de aquel que sufre, porque en definitiva descubre que su mismo Dios está de ese lado. En el texto de hoy entonces, todos nos acerquemos a aquellos que sufren sabiendo que Dios es el que está de su lado.

 

Que Dios te bendiga.

 

Oleada Joven