Evangelio según San Marcos 12,1-12

domingo, 6 de marzo de
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En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos: "Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. A su tiempo, envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña. Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías. Les envió otro criado; a éste lo insultaron y lo descalabraron. Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos los apalearon o los mataron. Le quedaba uno, su hijo querido. Y lo envió el último, pensando que a su hijo lo respetarían. Pero los labradores se dijeron: "Éste es el heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia." Y, agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. ¿Que hará el dueño de la viña? Acabará con los ladrones y arrendará la viña a otros. ¿No habéis leído aquel texto: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"?"

Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente, y, dejándolo allí, se marcharon.

 

Palabra de Dios


 

Monseñor Carlos Ñañez.  Obispo de la Arquidiócesis de Córdoba

 

Estamos prácticamente a las puertas de la Cuaresma, el próximo miércoles será el miércoles de Ceniza.

 

La Cuaresma es un tiempo de gracia, lo cual supone una cercanía amable de parte de Dios, una cercanía compasiva y llena de misericordia para con todos nosotros.

Pero al mismo tiempo, la Cuaresma es un tiempo de entrenamiento, en donde se nos pide una respuesta libre, convencida, generosa a esta gracia que Dios nos ofrece a manos llenas. Es un tiempo de preparación para la actualización de la Pascua de Jesús, su entrega obediente y amorosa, su muerte, expresión suprema de su confianza filial en manos de Dios, y su Resurrección, que es la muestra cabal de que su ofrenda ha sido plenamente y definitivamente aceptada, señalando la victoria sobre la muerte y el pecado que es la causa de la muerte.

Entonces la Cuaresma es un tiempo de renovación de nuestra participación en ese misterio pascual de Jesús, y en esa victoria suya sobre la muerte y sobre el pecado. Es una oportunidad para renovar nuestro bautismo que siempre es un don de Dios y al mismo tiempo una tarea puesta en nuestras manos.

 

El Evangelio de hoy está providencialmente en sintonía con la Cuaresma. El Señor Jesús profetiza, anuncia su muerte con esta parábola de los viñadores homicidas, como se la suele denominar. En el desarrollo de la parábola se nos habla de enviados del dueño de la viña que han sido rechazados sucesivamente por los arrendatarios, y este rechazo está mostrando el drama del corazón del hombre que se cierra a Dios. Luego esto de que ya no son simples empleados los que van a ver a los arrendatarios, sino el hijo, entonces ahí se verifica el rechazo supremo.

 

Jesús está hablando de su misión, del desenlace de su misión, los enviados anteriores a Él muchas veces fueron rechazados, Él es el que cosecha el mayor y sorprendente rechazo, está profetizando su pasión, su muerte.

Sin embargo sabemos de la obra del Padre de los cielos, que saca vida de la muerte, por eso dice el Señor: “La piedra que desecharon los constructores se ha constituido en la piedra angular”. Es decir, ésta es la obra maravillosa de Dios, saca vida de la muerte, el mal no puede con Él, Él vence al mal.

 

La disposición que tiene que alentarnos particularmente en esta Cuaresma es la esperanza, la esperanza que infunde en nosotros la certeza del triunfo de Jesús. Entonces es una invitación para que contemplemos admirados y agradecidos su obra en favor nuestro y que la recibamos y nos asociemos a ella.

De la mano de María Santísima, nuestra Madre, que siempre nos enseña a hacer lo que Jesús dijo, como les pedía a los servidores allá en Caná de Galilea: “Hagan lo que Él les diga”.

Esto es lo que sobre todo nosotros tenemos que ejercitar en la Cuaresma, hacer lo que Jesús nos diga, renovando a fondo nuestro bautismo.

 

Con mi bendición, y con el deseo de una santa y fructífera Cuaresma.

 

 

Oleada Joven